La Gobernadora y el día del descubrimiento del «otro»

La gobernadora expuso en una extensa nota de un matutino local, sus pareceres sobre el conflicto docente. No hay duda que las marchas docentes generó la discusión por momentos estridentes y apasionada por los reclamos genuinos del docente.

Entonces, ¿Cómo debería designarse por lo sucedido?, ¿Descubrimiento? Una gama de posibilidades e imposibilidades interpretativas se viene desplegando con fervor desde entonces hasta hoy. El desacuerdo alentó y alienta confrontaciones que parecen interminables. Si la trascendencia de los acontecimientos multitudinarios que se suceden resulta indiscutible, su caracterización, por uno o por otro motivo insatisfactoria, prueban la dificultad para generar consenso donde tanta falta hace.

Después de todo, si cabe a los nombres, como enseña Aristóteles, enunciar las propiedades de las cosas, la desorientación para lograr convergencias en esta materia evidencia que, aun ahora, aquellas a quienes la cuestión compete sigue hablando de cosas distintas.

¿Cómo se explica que sigamos empeñados en inscribir en tan estrecho marco conceptual lo que es tan rico en matices y propiedades?

¿Acaso por ignorar cuánto contribuyen los funcionarios con su inoperancia a perpetuar el prejuicio preservando los tiempos de intolerancia como los que corren?

La ignorancia es una rémora enquistada en la indolencia y la insensibilidad de quienes preservan y dan sostén a su vigencia. Lo quieran o no, sus secuaces, señora gobernadora, se hacen eco de una visión inaceptable, del pasado y del presente. No entendemos a la persistencia de la tergiversación, las mentiras, la ofensiva y la beligerancia de los dirigentes y adherentes rentados.

Señora gobernadora, con el mayor respeto por su investidura, debe saber que su experiencia de sí misma resultan indisociable del otro. Si ese otro (en este caso los docentes), con sus diferencias, compromete su existencia, compromete su investidura, pero si se empecina en adjudicar por sobre las que no son suyas, usted termina por quedar inscrito en una significación humillante. La descalificación radical de lo ajeno (el docente) y la reivindicación a ultranza de lo propio, pone en duda sus deseos de paciencia, de comprensión y de paz.

No es posible agotar la figura del docente por su actual protagonismo, y el de siempre, en el fervor, en los reclamos salariales. Pero, señora gobernadora, somo algo más que reclamos. Jorge Werthein, en su momento representante de la Unesco en Brasil, sostuvo que «no hay, en el mecanismo educativo, nada más importante para elevar la calidad de la enseñanza que el maestro. Todo lo demás importa, pero el maestro es prioritario». Pues bien: éstos son tiempos que pretenden eclipsar esa figura decisiva.

Señora gobernadora, le decimos que caracteriza a un maestro/docente:

°La índole de sus intervenciones.

°Permite establecer una distinción decisiva (sus intervenciones),

°Es la que diferencia la transmisión de la enseñanza.

°La enseñanza remite, ante todo, a los contenidos que circulan o que deben circular en el proceso educativo.

°La transmisión, en cambio, nos habla de la capacidad del docente para infundir a lo que comunica la intensidad afectiva y el relieve intelectual con que se debe alcanzar el espíritu del alumno.

°Las ideas me instruyen a partir del maestro que me las presenta, escribió Emmanuel Lévinas.

°Es el que abre a la conciencia gozosa del saber.

°Al comunicar lo que sabe, el maestro/docente pone a nuestra disposición lo que él es y, al unísono, se nutre de lo que nosotros somos. En ella está implícita la fuerza transformadora del conocimiento.

Solo deseo, señora gobernadora que quienes tienen la responsabilidad de gobernar y muchos de los que tienen la responsabilidad de transmitir y no lo hacen, que el maestro/docente es el emisario del porvenir del presente.

No entendemos, los docentes de quienes hablan de comprensión, diálogo y paz social por tanto desprecio, tanto des-trato, tanta incomprensión que recae en los docentes. Aquí se atasca uno de los centros vitales del proceso de humanización: la facultad y la posibilidad de aprender, entendiendo por ello la experiencia de autocomprensión y no sólo de capacitación técnica.

Quienes no lo adviertan y tengan alguna responsabilidad en la materia, estarán trabajando, lo sepan o no, por la promoción del extravío ciudadano en una concepción del conocimiento sin implicación subjetiva. Y ya sabemos adónde va a parar el santiagueño cuando se deja de lado a sí mismo.

Así como usted pide, implora a sus conciudadanos, paciencia, señora gobernadora. Nosotros los docentes pedimos gobernantes cívicamente capacitados e intelectualmente más sanos, o sea mejor conformados para asumir el papel que les cabe ante ese prójimo que se dice representar

Cualquiera que de veras (y son miles) se interese por el presente, advertirá que no es la racionalidad lo que languidece en los días que corren. Si lo es, en cambio, la capacidad de poner esa racionalidad al servicio de la convivencia. La nuestra es una época en lo que el desprecio por la diferencia ya no se enmascara en ideologías. El pseudopensamiento que en ella prepondera no parece responder a otros estímulos que los de la urgencia y la eficacia.

Existe y la comprobamos que existe una subjetividad esquelética de la realidad, sin aptitudes reflexivas, parece tener hoy el monopolio de la palabra ciertos medios de comunicación, que no ahorra tergiversaciones groseras, por lo tanto des-informa. Ni hablar, cuando se mete con la información privada.

No señora gobernadora, no cometa los errores del pasado y del empantanamiento institucional. Ninguna responsabilidad podrá alcanzarse si no se actúa persuadido de que «en política, la democracia importa más que la verdad».

Los docentes también aspiramos a vivir en paz, como usted, pero no debe seguir subestimando los riesgos que se derivan del desconocimiento del derecho al reclamo (constitucional), como tampoco debe desconocer a quiénes se encuentran inscritos en diferentes escenarios de creencias.

No queremos una paz abstracta, una paz fragmentaria, no queremos la paz de los cementerios, o la paz de algunos de dirigentes, que es la «paz de la cuenta bancaria»(ya nos encargaremos de estos muchachos). Dice la canción: «…NO QUIERO DE MÁS, QUIERO LO QUE ES MÍO…»

Usted, señora gobernadora, pide paciencia, comprensión y diálogo. Nosotros los docentes queremos despertar de una pesadilla que ya lleva varios años, que es: el desprecio, la descalificación, las mentiras, la hipocresía, la persecución, las amenazas, de los descuentos indebidos, todo esto y más. Usted gobernadora, nos puso en el lugar del «otro».

Los docentes estamos atentos a las palabras y las acciones. A la necesidad de que de ella tenemos. A convertir el desencanto acumulado en una lección, que para algunos, en el futuro será una lápida(políticamente hablando).

 

Por Hugo R. Manfredi