Prohibir los fitosanitarios, ¿Si o No?

1) Fitosanitario es toda sustancia destinada a prevenir, combatir o erradicar diferentes plagas o enfermedades que afectan a las plantas. Agroquímico es todo fitosanitario de origen químico. No todos los fitosanitarios son químicos.

2) Los fitosanitarios, sobre todo los fertilizantes químicos, permitieron que hoy se produzcan más alimentos en el mundo que los que se podrían llegar a consumir, exactamente 1.4 veces la cantidad de alimentos necesarios como para alimentar a los más de 7.800 millones de personas.

3) Y eso se logró manteniendo la misma superficie mundial cultivada desde hace décadas. Porque la superficie que se incorpora a la agricultura cada año sólo sirve para reemplazar a la que se pierde en urbanizaciones e infraestructura, sobre todo por el crecimiento de ciudades.

4) La toxicidad se clasifica en 4 categorías, la inmensa mayoría de los fitosanitarios modernos son de clase IV, la menos tóxica. Pero en un uso normal a campo, no llegan nunca a poner el peligro al consumidor. Sólo los insecticidas suelen ser más tóxicos para el humano.

5) Pueden encontrarse trazas de fitosanitarios en los alimentos que consumimos, pero éstos son seguros siempre que se respeten los tiempos de carencia, y de hecho, se respetan, como en todo el mundo civilizado.

6) Las plantas y los animales se enferman y sufren el ataque de plagas, exactamente igual que nosotros. Querer prohibir los fitosanitarios en la agricultura equivale a querer prohibir los antibióticos y los medicamentos en la Medicina moderna. Sin cultivos, no hay comida.

7) Así que, en vez de sugerir volver a vivir en el monte sin producir nada, que éstos mercaderes de la ignorancia llamados ecologistas, mejor estudien Agronomía, Hidráulica, Irrigación, Climatología, Nutrición y luego vuelvan a hablar.

Orígen: Bumper Crop@BumperCrop1

También.

“Basta de argumentos sin ciencia”: el campo replicó la campaña que habló de “agrotóxicos” y “venenos”

La Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe) salió al cruce del video en el que artistas y otros famosos cuestionaron el uso de los fitosanitarios. Aseguraron que “la producción agropecuaria no es ficción” y que “buscan instalar miedo a través de información errónea”.

Fecha de publicación: 01 de diciembre 2021

Una campaña en las redes sociales, con la participación de figuras de distintos ámbitos, cuestionó el uso de fitosanitarios en el campo (en la imagen, maíz en siembra directa) y desde el sector agroindustrial respondieron que "buscan instalar el miedo". (foto TN)
Una campaña en las redes sociales, con la participación de figuras de distintos ámbitos, cuestionó el uso de fitosanitarios en el campo (en la imagen, maíz en siembra directa) y desde el sector agroindustrial respondieron que «buscan instalar el miedo». (foto TN)

“La producción agropecuaria no es ficción”, aseguraron desde la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe) en respuesta a un video donde artistas, periodistas y dirigentes sociales aseguraron que los “agrotóxicos son venenos” que se utilizan en el campo.

“Una nueva campaña se difundió por redes sociales contra el uso de fitosanitarios busca instalar miedo a través de información errónea sobre la forma en la que producimos alimentos en la Argentina”, indicaron desde la entidad.

En el video, de un minuto y medio difundido en las redes sociales bajo la “Campaña Basta de Venenos”, el actor Leonardo Sbaraglia, su colega Laura Azcurra, la cantante Hilda Lizarazu, el periodista Alejandro Bercovich, el chef Francis Mallmann y la cofundadora de Madres de Plaza de Mayo, Nora Cortiñas, entre otros, aseveraron que “la Argentina es el país que más agrotóxicos utiliza por persona al año en el mundo”.

Desde Casafe, enfatizaron que “detrás de todos los alimentos y productos hay miles de profesionales del agro, científicos y reguladores que estudian durante muchos años para garantizar la seguridad de lo que consumimos y utilizamos”.

El comunicado completo que emitieron las empresas fabricantes de fertilizantes.
El comunicado completo que emitieron las empresas fabricantes de fertilizantes.

En ese sentido, resaltaron: “Somos personas que al igual que ustedes se preocupan por lo que comemos, por el ambiente y por la salud. Por eso nosotros también decimos basta. Basta de estigmatización, de grietas, de argumentos sin ciencia, #BastaDeMiedos” resaltaron.

Asimismo, agregaron que todos los sistemas de producción “trabajan con principios agroecológicos y pueden convivir”. A su vez, recalcaron que “es importante que, en vez de sembrar miedo, sembremos responsabilidad. Nosotros siempre defendemos una única causa: la producción responsable para todos los argentinos”.

Bajo el lema "basta de venenos", la nueva campaña ambientalista en las redes sociales denomina  como "agrotóxicos" a los fitosanitarios.
Bajo el lema «basta de venenos», la nueva campaña ambientalista en las redes sociales denomina como «agrotóxicos» a los fitosanitarios.

Desde Casafe además sostuvieron que las empresas que la integran “apoyan la sustentabilidad del negocio de la industria de fitosanitarios, convencidos de la necesidad de la interacción público-privada”.

“Promovemos una agricultura sostenible, a través de la implementación de buenas prácticas agrícolas en todas las formas de producción”, definieron.

El malestar en el agro se hizo sentir

El comunicado de esta Cámara no fue la única respuesta del sector agroindustrial a las críticas ambientalistas. El doctor en Ciencias Agrarias y profesor en la Universidad Nacional del Litoral, José Jáuregui, el CEO de Syngenta, Antonio Aracre, eldirector del Programa de Bioeconomía de la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba) Fernando Vilella, y el Ingeniero en Producción Agropecuaria, José Antonio Álvarez, fueron otros de los referentes del sector que salieron al cruce por este tema.

Álvarez se hizo conocido en Twitter como “Bumper Crop” y cuenta con miles de seguidores en las redes sociales. Aprovechando su rol de “influencer”, el productor destacó: “Los fitosanitarios, sobre todo los fertilizantes, permitieron que hoy se produzcan más alimentos en el mundo que los que se podrían llegar a consumir: exactamente 1,4 veces la cantidad de productos necesarios para alimentar a más de 7800 millones de personas”.

Origen: tn.com.ar/

Lectura: Ahora, la realidad de la cuarentena económica

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Guillermo Oliveto PARA LA NACION

El consumo de carne.
El consumo de carne.Marcelo Manera – LA NACION

La Argentina ha vuelto, al menos por ahora, a la normalidad. Oculta detrás del drama de la pandemia y de la opacidad de la cuarentena, regresa nítida, entreverada y apremiante, la realidad. En su libro El lado oscuro de la econometríaWalter Sosa Escudero desarrolla uno de esos conceptos que iluminan los análisis más arduos: “Todo buen paper empírico debería poder resumirse en un solo número”. El padre de la idea es el economista norteamericano Orley Ashenfelter. Si hubiera que elegir ese número para explicar la complejidad que tenemos por delante, sería 10. La economía crecerá este año cerca del 10%. En simultáneo, las ventas de productos básicos como harina, azúcar, aceite, arroz, fideos y latas de tomates, cayó en los primeros 9 meses de 2021 un 10%, según la auditoría de mercado de Scentia. ¿Cómo se explican esos dos datos en apariencia tan contradictorios?

La primera lectura de trazo grueso es simple. Aún con esa vigorosa recuperación, el Producto Bruto Interno (PBI) de nuestro país vuelve apenas a 2019. Si hilamos un poco más profundo, la caída y la recuperación no fueron homogéneas. Todo lo contrario. El impacto del cierre fue extremadamente heterogéneo. Hay sectores que todavía están muy golpeados. Por otro lado, lo que se perdió en el camino para sobrevivir y poder llegar hasta acá no se recupera tan fácil. La destrucción de capital fue violenta. Al operar bajo la lógica de la supervivencia, no hay espacio fáctico ni simbólico para optimizar las decisiones. Se hace lo que se puede, se toma lo que hay. El mañana no existe, la vida se vuelve puro presente.

Poniéndolo en términos prácticos, quien tuvo que vender dólares ahorrados durante años a $80 o $100 al comienzo del confinamiento, no necesariamente hoy puede volver a comprarlos a $200. Aquel que se desprendió de un inmueble al precio que pudo en un mercado paralizado, o el que “remató” su auto, necesitan hoy juntar muchos más pesos para transformarlos en dólares y recuperar esos bienes. Para peor, en algunos casos, como el de los autos, la escasez de oferta –por la falta de divisas- hace que los valores hayan subido ya no en pesos, lo cual es obvio, sino en dólares. Los que tomaron deuda, aún a tasas bajas, ahora deben pagarlas. La situación es todavía más delicada para quien padeció la dolorosa situación de tener que cerrar un comercio o una empresa o entre aquellos que perdieron el empleo.

Volver al punto de inicio macroeconómico es, sin dudas, una buena noticia. Suponer por ello que “ya está”, que “acá no pasó nada”, que “ya lo arreglamos” implica subestimar el impacto del que fue uno de los procesos más tortuosos y angustiantes de la historia económica y social de nuestro país sobre la microeconomía, que es la economía que viven y comprenden la mayor parte de los ciudadanos.

Las personas y los negocios están preparados para los vaivenes, la incertidumbre y los cambios en las reglas de juego. No había manual ni estrategia que contemplara “facturación cero” durante tantos meses.

La cuarentena económica

En nuestro último relevamiento cualitativo del humor social, realizado entre el 19 y el 25 de octubre, nos encontramos con un panorama muy delicado en los sectores que más sufrieron ese agujero negro que significó “la vida sin calle”. Se trata de la clase media baja (28% de las familias) y la clase baja no pobre (19% de las familias).

A un mes de haberse concretado, la apertura total era bien recibida, pero poco disfrutada. El “efecto años locos” que veníamos previendo para el final de la pandemia y que, al igual que todo lo vinculado al virus, es global y atraviesa culturas, geografías e idiomas, se está dando. El punto es que, por la restricción de un poder adquisitivo que se licúa frente a una inflación que a los ojos de los consumidores luce “desmadrada”, no son tantos los que pueden ingresar a “la fiesta”. Al menos por ahora.

La clase alta (5% de las familias) y la clase media alta (17% de las familias), en mayor o menor medida, ya se subieron a la ola sanadora del disfrute. No las hace olvidar lo que ocurrió, pero se permiten comenzar a cerrar las heridas. Para ellos, después de tanto malestar el bienestar no tiene precio. Son los que han vuelto a viajar, llenar restaurantes, bares y recitales y están reconstruyendo la noche. Sus ansias de reparación permiten proyectar un verano histórico.

Aun asumiendo que algunos integrantes de la clase media baja pudieran sumarse a ese grupo, muy difícilmente podamos estar hablando de más allá del 30% de las familias argentinas.

Para el resto, el encuentro con la realidad es frustrante. Ahora que pueden, perciben con claridad que no pueden. O al menos que no pueden ni todo lo que podían ni todo lo quieren.

Si a los dos grupos más afectados por la conjunción de pandemia + cuarentena –clase media baja y clase baja no pobre- les sumamos los hogares por debajo de la línea de la pobreza, estamos hablando, como mínimo, del 70% de los argentinos.

Para ellos, la preocupación cotidiana continúa estando circunscripta al ámbito hogareño. Más allá de lo que ocurra “afuera”, los problemas siguen estando “adentro”. Sienten y expresan que cuesta mucho conseguir el dinero y cuando lo tienen en la mano “la plata no vale nada”. Su día a día pasa por lo más básico, por “la comida”. Productos como el queso, el yogur y la carne vacuna, entre otros, se han transformado en excepciones de carácter lujoso.

Las estadísticas del Ipcva (Instituto de Promoción de la Carne Vacuna) lo confirman. Hoy se consumen en el país 47 kilos de carne de vaca por habitante por año. Un 6% menos que el año pasado, un 18% menos que en 2018 y un 32% menos que en 2008. Es el registro más bajo de la historia.

Es por ello que, frente a la salida, ahora hablan de un encierro que continúa, ya no por imposición sino por restricciónExpresan haber pasado de la cuarentena por la pandemia a una cuarentena económica.

La mirada estructural

Si tomamos distancia de la coyuntura y miramos con un poco más de perspectiva podemos comprender mejor lo que ocurre. Entre 2012 y 2021, aún recuperando 10% este año, la economía cayó 5% punta a punta. Después de una década, la torta es más chica. Si la hacemos por habitante, el número es obviamente peor, dado que la población crece 1% por año. La caída da 14% en 10 años.

En simultáneo, durante el mismo período la inflación fue del 2300% acumulado y el mercado de consumo masivo –alimentos, bebidas, cosmética y limpieza- se contrajo 13%.

Si nos abocamos al desafiante ejercicio de mirar hacia adelante, los pronósticos no son demasiado alentadores. El grueso de los economistas argentinos proyecta una inflación cercana al 50% para 2022 y un crecimiento del 2%, de acuerdo con el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que publicó el Banco Central en octubre. No se avizora ningún oasis en el horizonte cercano. El camino para salir de la actual situación será arduo y trabajoso. La gente lo sabe.

Cuando se mira en profundidad y se desentraña lo que está detrás de los datos, todo aquello que lucía contradictorio comienza a tener sentido. Volvió la realidad. La situación es delicada.

Por Guillermo Oliveto, 29 de noviembre de 2021.

Libro: EL REBAÑO. COMO OCCIDENTE HA SUCUMBIDO A LA TIRANIA IDEOLOGICA

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Sinopsis de EL REBAÑO. COMO OCCIDENTE HA SUCUMBIDO A LA TIRANIA IDEOLOGICA

Prólogo de Antonio Escohotado. Vivimos en una época en la que los sentimientos prevalecen sobre la razón. El poder de las instituciones públicas, combinado con las masas de acoso, las redes sociales y los medios de comunicación conquista las mentes de los pueblos occidentales. El resultado es una sociedad dócil guiada por la desinformación y los dogmas impuestos, apenas cuestionados, como la igualdad, el cambio climático, el racismo, la cultura o el feminismo radical, siempre vigilados por el «Ojo que todo lo ve». Jano García construye en este libro uno de los relatos más reveladores y novedosos de los últimos tiempos sobre la tiranía ideológica que subyuga a Occidente y que transforma sus sociedades en rebaños serviles condenados al pensamiento único.

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JANO GARCIA

Historia del día: Un poco de historia: Nuevas restricciones por la falta de dólares

A pedido de un colega.

Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo. Albert Einstein -  Atenea Psicología

Octubre de 1983.

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Junio de 1989.

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Noviembre de 2021.

Nuevas restricciones: La falta de dólares, la verdadera razón por la que el Banco Central frena los gastos en cuotas en el exterior. Reservas estancadas, viajes en alza y demandas crecientes explican las recientes medidas.

La falta de dólares, la verdadera razón por la que el Banco Central frena los gastos en cuotas en el exterior

Con las reservas netas estancadas y muchos gastos en dólares por delante, el Banco Central resolvió cerrar otra de las canillas por donde se le iban las divisas. Con la prohibición de financiar en cuotas los viajes y gastos en exterior, la entidad que preside Miguel Pesce adoptó una medida precautoria: cortar la salida de dólares antes de que ese goteo se convierta en un chorro y haga tambalear las reservas.

La medida del Central llegó en una semana en la que el riesgo país no dejó de subir: cerró en 1869 puntos básicos y marcó un nuevo récord para el año.

Las reservas netas, las que efectivamente el Central puede usar para intervenir en el mercado, llegan a US$ 4.000 millones, según los cálculos de la consultora Equilibra. Con estos fondos el Central tiene que atender la demanda de los importadores, la de las empresas para saldar créditos en el exterior, la del Estado para pagar deudas y la de los particulares que buscan comprar dólar ahorro o gastar en el exterior.

Origen: Clarín.

Osvaldo Bazán: «Me niego a diferenciar «viaje turístico» de «viaje por necesidad». Cuando aceptás que el gobierno te diga qué es necesario para vos, renunciás fuertemente a tu libertad».

Por Hugo R. Manfredi

Bonus Track

1948.

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Ah pero Macri.

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22 de Noviembre: se celebra el Día del Geógrafo en Argentina

Un geógrafo es un científico e investigador cuyo campo de estudio es la Geografía, el estudio de la superficie terrestre, tanto en su composición física como en las actividades e interrelaciones humanas que ocurren en ella.

Se conmemora en Argentina el 22 de Noviembre el Día del Geógrafo en honor a Francisco P. Moreno, en la fecha de su fallecimiento (1919) a partir del Primer Encuentro Internacional Humboldt realizado en el año 1999, el que fue auspiciado por la Unión Geográfica de América Latina, el Ministerio de Educación de la Nación, la Secretaría de Educación de la Provincia de Buenos Aires y las Embajadas de Alemania, Chile y Cuba.

Francisco Moreno también conocido como “Perito Moreno” fue un ilustre geógrafo, gran conocedor del territorio nacional, viajero, antropólogo y naturalista. Moreno cumplió diversas misiones oficiales, entre otras, la del peritaje de la demarcación del límite con Chile. Fue vicepresidente del Consejo Nacional de Educación y perteneció a distintas sociedades geográficas y antropológicas de América y Europa. Entre sus escritos son dignos de mención “La Patagonia del Sur” y “Viaje a la región andina de la Patagonia”.

Reflexión de los Profesores María de los Ángeles Galfioni y Franco Lucero

«El 22 de noviembre se celebra en la Argentina el Día del Geógrafo. Más allá de la fecha escogida en nuestro país para su conmemoración, en este caso en honor al ilustre geógrafo Francisco Perito Moreno tras su fallecimiento en el año 1919, es un momento que nos invita a reflexionar y repensar nuestro rol como geógrafos y geógrafas, tanto en la actualidad como a futuro.

Muchos de los que hemos decidido transitar por los caminos de la ciencia geográfica, nos hemos tenido que enfrentar más de una vez a algunos interrogantes propios, que nos ha cuestionado nuestro accionar cotidiano ante el gran desafío de transformar la realidad en pos de construir un futuro mejor. 

Nos encontramos ante una época de profundos cambios a nivel mundial, y sobre todo en nuestra Latinoamérica, en el marco de los cuáles el campo del geógrafo está tendiendo a ampliarse cada vez más y, con ello, a enfrentarse a nuevos desafíos que enraícen su compromiso no sólo con la ciencia en sí, sino con la sociedad en general. La impronta espacial que dejan estos nuevos procesos en la actualidad promueve el redescubrimiento de la ciencia geográfica desde una visión integradora, sustentada en la necesidad de interpretar y comprender los cambios geopolíticos, económicos y ambientales que se suscitan, así como también incitan a tomar un rol activo y crítico que nos permita en tanto leer la realidad, así como también poder transformarla.

Ya sea desde nuestro rol como docentes, investigadores, integrantes de equipos profesionales en organismos estatales, asesores, militantes en organizaciones sociales o consultores, nos une un amplio temario de preocupaciones sobre problemas socioterritoriales que contribuyen a nutrir la ciencia desde un conocimiento comprometido.

Amerita en esta reflexión citar un fragmento del Libro de los Abrazos de Galeano, que dice lo siguiente:

“El pastor Miguel Brun me contó que hace algunos años estuvo con los indios del Chaco paraguayo. Él formaba parte de una misión evangelizadora. Los misioneros visitaron a un cacique que tenía prestigio de muy sabio. El cacique, un gordo quieto y callado, escuchó sin pestañear la propaganda religiosa que le leyeron en lengua de los indios. Cuando la lectura terminó, los misioneros se quedaron esperando.

El cacique se tomó su tiempo. Después, opinó: -Eso rasca. Y rasca mucho, y rasca muy bien.

Y sentenció:

– Pero rasca donde no pica.”

Los invitamos en este día del geógraf@ a renovar el compromiso no sólo para con nuestra ciencia, sino también con la sociedad en general, en el cual cada aporte que realicemos desde el lugar que nos toque ocupar lo podamos hacer rascando donde realmente no pica». https://www.hum.unrc.edu.ar/

Saludamos a todos los geógrafos del país, de la provincia y, especialmente, a todos los docentes, graduados y estudiantes de los profesorados de geografía en toda la provincia.

Por Hugo R. Manfredi

Lecturas: El peligroso oficio de ser escritor en una tiranía

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Sergio Ramírez, PARA LA NACION, 13 de noviembre de 2021.

Nicaragüenses protestan en San José de Costa Rica contra las elecciones de Ortega
Nicaragüenses protestan en San José de Costa Rica contra las elecciones de OrtegaMoises Castillo / AP – AP

La literatura es un oficio peligroso cuando se enfrenta a las desmesuras del poder de las tiranías, que nunca dejan de sentirse amenazadas por las palabras. El poder que se ejerce con crueldades y excesos tiene rostro de piedra y es contrario a las verdades y a la invención, y al humor, y a la risa, que son cualidades cervantinas.

Enjuiciado por mis palabras, he sido forzado al exilio; por mostrar la realidad de un país sometido a la violencia de la tiranía, y por imaginar. La invención también tiene un precio, y a los ojos del poder absoluto, la novela se vuelve subversiva.

Ovidio fue desterrado a los confines más inhóspitos del imperio romano en el mar Negro, “allá, donde ninguna otra cosa hay, sino frío, enemigos y agua de mar que se congela en apretado hielo”, porque sus poemas, o su irreverencia, o sus opiniones, eso ya nunca llegará a saberse, ofendieron al emperador Augusto, y habría de morir lejos, afligido por las calamidades de la soledad y el ostracismo.

Extrañado. Cuando a un escritor se lo envía al exilio, la pretensión es convertirlo en un extraño de su propia tierra, de su vida y de sus recuerdos.

“Como la nave podrida que es devorada por la invisible carcoma, como los acantilados socavados por el agua marina, como el hierro abandonado atacado por la mordaz herrumbre, y como el libro archivado devorado por la polilla”, dice de sí mismo en sus Tristes, porque aun en aquellas lejanías siguió escribiendo, un oficio al que no se renuncia nunca, aun en medio de las peores calamidades. Más bien, la necesidad de escribir se exacerba entonces, si uno se debe a las palabras, o debe su vida a las palabras.

El arte de amar, uno de sus libros capitales, quedó prohibido y fue sacado de las bibliotecas públicas. Prohibidas sus palabras, y alejado para siempre de su tierra, que era, según él mismo lo dijo, como “ser llevado al sepulcro sin haber muerto”.

En América Latina se ha pagado siempre un alto precio por la palabra libre. Muerte, desaparición, cárcel, destierro. Haroldo Conti y Rodolfo Walsh, asesinados por la dictadura del general Videla en la Argentina.

Al destierro fue a dar dos veces Rómulo Gallegos, primero bajo la dictadura de Juan Vicente Gómez, y luego bajo la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, después de que fue derrocado de la presidencia de Venezuela.

Había durado solamente nueve meses en el cargo, los mismos nueve meses que duró Juan Bosch, exiliado por la dictadura del generalísimo Rafael Leónidas Trujillo, y luego de muerto Trujillo, electo presidente de la República Dominicana, solo para ser derrocado por los militares trujillistas, y vuelto otra vez al exilio.

Pablo Neruda se comprometió en 1946 con la candidatura de González Videla, y se involucró en su campaña electoral, pero, ya en el poder, aquel lo mandó perseguir y tuvo que huir a través de la Cordillera hacia la Argentina.

Exiliados tras el derrocamiento de Jacobo Arbenz en Guatemala Tito Monterroso y Luis Cardoza y Aragón, por la dictadura de Castillo Armas. Exiliado Augusto Roa Bastos por la dictadura de Stroessner en el Paraguay. Exiliado Mario Benedetti del Uruguay, exiliado Juan Gelman de la Argentina, su hijo asesinado y su nuera secuestrada y llevada al Uruguay, donde dio a luz a una niña, desaparecida por largos años; y él mismo canta mejor que nadie esa desolada canción del exilio: “Huesos que fuego a tanto amor han dado/ exiliados del sur sin casa o número/ ahora desueñan tanto sueño roto/ una fatiga les distrae el alma…”

exiliados de Cuba Reinaldo Arenas, y Guillermo Cabrera Infante, y Severo Sarduy; y de Venezuela, hoy, tantos escritores y artistas que forman una inmensa, e intensa, diáspora.

De modo que yo pertenezco a esa larga tradición de quienes pagan un precio por sus palabras, dos veces bajo orden de prisión, y dos veces obligado al exilio, primero en mi juventud por una dictadura familiar, y tantos años después, por otra dictadura familiar.

Pero hay algo de lo que nunca nadie podrá exiliarme, y es de mi propia lengua. Porque mi lengua de escribir realidades, y de crear mundos imaginarios, es una lengua que no conoce fronteras.

Hay lenguas que tienen el país por cárcel, lenguas que terminan donde terminan las fronteras. No sé lo que es vivir en uno de esos espacios verbales cerrados. Ese sentimiento de que la voz se escucha de cerca, pero no de lejos.

Que le quiten a uno su lengua por la fuerza. Uno de los grandes escritores centroeuropeos, Sándor Márai, sintió que había muerto cuando sus libros, que entonces solo podían leerse en húngaro, también fueron prohibidos en su patria. Le extirparon la voz como castigo. No solo nadie podría leerlo al otro lado de la guardarraya, ni siquiera en Polonia, o en Austria, donde no estaba traducido, sino que tampoco podría ser leído en su propio país. Como que no existiera. Y así el mundo se perdió por muchos años la espléndida belleza de sus palabras, mientras él decidía su suicidio en el exilio, ya sin lengua.

Nicaragua es un país más pequeño que la Hungría de Sándor Márai y por eso me intriga, y me aterra, esa posibilidad de que nadie pudiera oírme más allá de mis fronteras, o la de quedarme alguna vez sin lengua. El limbo de las palabras, o su infierno.

Pero yo, con mi lengua, recorro todo un continente, atravieso el mar, y siempre me dejaré escuchar. Y si mis libros están prohibidos en Nicaragua, las veredas clandestinas de las redes sociales hacen que lleguen a miles de lectores, igual que pasaba antes con los libros inscriptos en las listas negras de la Inquisición, que atravesaban de contrabando las fronteras a lomo de mula, o burlaban las aduanas escondidos en barriles de vino, o de tocino.

Por eso es que las palabras se vuelven tan temibles. Porque tienen filo, porque desafían, porque no se las puede someter. Porque son la expresión misma de la libertad.

Por Sergio Ramírez

Lecturas: El capitalismo de seducción regresa con furia

Con el levantamiento de las restricciones, la gente volvió a consumir y a asistir a eventos en forma masiva
Con el levantamiento de las restricciones, la gente volvió a consumir y a asistir a eventos en forma masiva.

El 16 de noviembre Argentina-Brasil se jugará en San Juan a estadio lleno. La semana pasada se anunció el ansiado regreso del festival Lollapalooza para el 18, 19 y 20 de marzo de 2022. Irán 300.000 personas. En las calles pueden verse los carteles publicitarios de numerosos shows musicales con cruces rojas que van tachando fechas. Las entradas se agotan a poco de ponerse a la venta. Cuesta conseguir lugar en los registros civiles para casarse. DJ y wedding planners no dan abasto. Sufren el efecto “lavadero de autos”. Después de varios días de lluvia, cuando sale el sol no pueden atender a todos los clientes.

La escasez de microchips y la multiplicación hasta por 10 del precio de los contenedores que hacen fluir el comercio global demuestran que en el mundo la voracidad de la salida está por encima de la capacidad de recuperación del sistema. En el sector de la gastronomía, uno de las más afectados, hoy falta personal. Los tickets aéreos tienen precios exorbitantes y los aviones, a años luz de aquella fantasía de cabinas separadas por acrílicos y con asientos libres, vuelan atiborrados de pasajeros.

En la oscuridad distópica de la pandemia se llegó a hablar del fin del capitalismo. No solo lo afirmaron con convicción agudos intelectuales de talla global, sino que incluso varios políticos de distintos países confundieron sus deseos con posibilidades. Entre la incertidumbre y el pánico, no pocos ciudadanos creyeron que la vida tal como la conocíamos llegaba a su fin.

Incluso hoy, con sobradas evidencias que señalan lo contrario, la corriente crítica de la cultura contemporánea, que con mucho acierto ilumina los puntos ciegos del modelo vigente, continúa aferrada a la anormalidad viral para vislumbrar un cambio de fondo que se empeña en ocultarse.

Es cierto, de ninguna manera somos los mismos. Hemos atravesado una tragedia comparable con una guerra mundial. Fue sincrónica, global y transversal. No respetó geografías, fronteras, idiomas, historias ni riquezas. Afectó a todos por igual. No hubo donde esconderse. Todos descubrimos, sin importar la condición social, que éramos vulnerables. Llevaremos para siempre tatuado en el alma el signo de la pandemia.

El sistema está todavía procesando las consecuencias. Demandará tiempo. Quedó claro que era escandalosamente frágil. Sus debilidades fueron expuestas de un modo obsceno. Hubo que recurrir inicialmente a recetas medievales como el confinamiento, la distancia y el señalamiento social frente a la inquietante ausencia de herramientas más eficientes. La descoordinación fue tan palpable que hasta la propia globalización lucía como un mito en descomposición violenta. Pasamos en días de un mundo abierto 24/7 a un mundo cerrado hasta nuevo aviso.

Habrá ajustes, calibraciones, aprendizajes y varias iteraciones de sintonía fina. Surgirán innovaciones, ¿qué duda cabe? Algunas costumbres y conductas serán puestas en revisión. No son pocos los que están repensando las prioridades de su vida. Y, como sabemos, muchas tendencias preexistentes se aceleraron y continuarán haciéndolo. Su velocidad de penetración social “cambió de liga”.

Ahora bien, de ahí a presentar la pospandemia bajo la impronta de un mundo nuevo, la era poscapitalista o de la transmodernidad, hay un largo trecho. Hacerlo implica subestimar de qué estaba hecha la vida que teníamos hasta la irrupción del virus y, sobre todo, cuánto nos gustaba, nos atraía y nos tentaba. Seremos distintos, sí, pero no tanto.

Las 7 fuerzas estructurales de la vida que teníamos (y queremos tener)

La vida contemporánea del siglo XXI, la normal a secas, sin adjetivaciones confusas, era, para la gran mayoría de las personas, muy interesante. Ya fuera por disfrutarla o por aspirar a hacerlo. Nos había llevado siglos de esfuerzo llegar hasta ahí, gestarla, alumbrarla. Se basaba, y se basa, en 7 pilares estructurales que son la consumación de siglos de progreso y evolución.

1.Trabajar, esforzarte y tener una retribución adecuada por ello. Se llama “capitalismo”.

2. Que todos los ciudadanos, sin distinción de raza, género, educación o clase social, puedan votar libremente entre las opciones disponibles: “Democracia”.

3. Acceder a bienes que hasta mediados del siglo XX eran propios de la realeza o de la élite: “Consumo masivo”.

4. Igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres: “Revolución de género”.

5. Tener la posibilidad de trabajar a distancia, de manera remota, portátil y autónoma: “Revolución tecnológica”.

6. Haber ganado el bonus track de una vida nueva en un siglo –la expectativa de vida al nacer en el mundo desarrollado era de 40 años en 1900 y es de 80 años ahora–. Eso produjo la “revolución científica”, además de las vacunas para sacarnos de este embrollo.

7. Hacer realidad el sueño borgeano de la biblioteca “infinita” y darle una voz a todo aquel que quiera tenerla y una audiencia a quien se la sepa ganar. Se lo conoce como “internet y redes sociales”.

Si miramos en detalle, muchos son logros que lucen antiguos, que parecen dados, obvios, y que siempre estuvieron ahí. Sin embargo, en términos históricos, son apenas púberes. En general, hijos del siglo XX. Y si prestamos un poco más de atención, lo que podemos apreciar en la entrelínea, detrás de estas 7 fuerzas tan poderosas como estimulantes, es una viga estructurante que expresa el deseo más poderoso del ser humano: la libertad.

Libertad para trabajar, para consumir, para aprender, para informarse, para expresar sus opiniones, para ubicarse en tiempo y espacio donde quieran, para moverse, para viajar, para disfrutar y para votar.

El 16 de abril de 2020, frente al gran blackout de la sensatez, Gilles Lipovetzsky, el mayor filósofo global del consumo, afirmó con valentía contrafáctica: “Después de la crisis la gente necesitará airearse, sentirse ligera, y ya sabemos que ser ligeros hoy significa irse de vacaciones, comprar, ir a la peluquería, ver una serie. No es que sea muy elevado, pero es lo que hay”. En 2017 había publicado su último libro, “Gustar y emocionar”. Al igual que The Game, de Alessandro Baricco ( 2018), hoy resulta profético.

Allí explicaba que los mecanismos de seducción, si bien estuvieron presentes en la conducta humana desde tiempos inmemoriales, antes “estaban circunscriptos, ritualizados, tenían una trascendencia limitada. Eso es ya cosa del pasado: vivimos en una época donde los procesos de seducción han adquirido una superficie social, una centralidad sin precedente alguno. Ya no se trata de constreñir, mandar, disciplinar, reprimir, sino de gustar y emocionar. Esta ley se aplica a todos los ámbitos, a la economía, los medios de comunicación, la política y la educación. Nuestro día a día está sobresaturado de ofertas comerciales atractivas, anuncios tentadores, invitaciones apetecibles al consumo, a las actividades de ocio, a los viajes: por ello el capitalismo consumista no es más que un capitalismo de seducción. En su frontispicio está inscripto en letras mayúsculas el nuevo mandamiento: déjese tentar, sucumba al encanto de los placeres y de las novedades. El sistema del hiperconsumo está dominado por el imperativo de captación de los deseos, la atención y los afectos”.

Frente al miedo paralizante, los ciudadanos globales y locales fueron capaces de poner esta vigorosa pulsión contemporánea por la libertad y el deseo en “pausa”. O mejor dicho, “pausa activa”, como la definió Sil Almada, de Almatrends Lab. Hicimos muchas cosas en el “mientras tanto”. Pero sería un craso error suponer que la pandemia logró mitigarla. Es más, ahora que vuelven a darle rienda suelta, perciben angustiosamente cuánto perdieron. Contra lo que pudo suponerse erróneamente, hoy resulta evidente que todos quieren. Del mismo modo, que no todos pueden.

El capitalismo de seducción, con sus claroscuros, y con todas sus implicancias –sociales, comerciales, culturales y políticas– regresa con furia. Apresuradamente denostado, resurge vigoroso.

Por Guillermo Oliveto, para La Nación.