Ser docente en tiempos de la cuarentena

Foto de las aulas vacias

No hay dudas que, todo cambió con el covid 19, muchos nos vimos en apuros al tener que preparar y dar nuestras clases en forma virtual. Para la mayoría ya teníamos alguna gimnasia porque, en otras oportunidades ya lo habíamos realizados por, nuestro perfeccionamiento, actualizaciones docentes permanente, en forma virtual.

En un momento en que, las directivas, las instrucciones, hicieron estallar las redes, se activaron más que nunca, y de pronto los docentes tenían y teníamos que enviar en tiempo y en forma las clases, recibir las devoluciones, armar foros, cortar-pegar, vídeos, gráficos, etc., se movilizaron como nunca. Como sea, había y hay que dejar constancia de que el alumnado reciben clases y los docentes las impartimos, como sea hay que rellenar, tal vez, posteriormente informes individuales donde se tiene que especificar, que se está haciendo o se hizo.

Pero estas situaciones, estas urgencias y otras, nos invitan a reflexionar, y parte estas reflexiones, surgen luego de conversar con algunos colegas;  y esto es que, la gran mayoría estamos tan perdidos con la docencia online, que necesitamos saber que están haciendo y cómo los demás colegas, cómo están usando este tipo de estrategias.

Y es que a los docentes, salvo excepciones, no nos han enseñado a dar clases online, todo se limitó a algunas clases virtuales, charlas, foros, conferencias, descargando Skype, no más que eso. Está claro que el docente está en aprendizaje permanente, y esto que estamos viviendo, es algo que se aprende con nuestra experiencia, con nuestras ganas de enseñar, con la humildad y el afecto que tenemos a las personas a las que damos clases.

Pero como ya lo dijimos anteriormente, en los últimos días, nos hemos visto en una situación completamente nueva, se nos mandó un correo casi como una imploración-imposición  que debíamos y debemos garantizar que nuestro alumnado reciba formación durante la cuarentena. Creo que estas urgencias a muchos de nosotros, nos dio y tuvimos un momento de pánico porque, sabemos dar clase, pero en la mayoría de los casos nunca lo hemos hecho a distancia.

La otra situación con la que nos vimos muchos docentes, y nos pareció un impedimento, y desgraciadamente para muchos de los docentes y alumnos tal como me lo relatan muchos colegas y, perdón por la reiteración es, la ausencia de conexión a Internet y ordenador con plena disponibilidad para todos. Frente a esta situación, hay que pensar cómo hacemos para garantizar que los chicos y chicas reciban clases en lo que resta de la cuarentena. Algunos colegas reprogramaron el método adaptándolo al tipo de alumnos que tenemos. Aun así, lo que me dicen que no es suficiente.

En el mientras tanto, no paro de recibir mensajes de los colegas, ellos se muestran  entre incrédulos e indignados por momentos por, las contradicciones, por una fuerte carga crítica a la tarea del docente. El nivel de agresividad y de sarcasmo en las críticas ha ido aumentando estos días. Algunos dicen que los docentes se están pasando con las tareas; otros, que no instalan pautas en las sesiones; otros les dicen que los docentes no se dan cuenta de que, no se puede seguir el mismo ritmo que en la docencia presencial; otros dicen que ante esta situación, no se puede avanzar tanto, de que otros no hacen nada, etc.

Todo es en base ensayo y error. Lo que sí se sabe es, que se debe garantizar la formación del alumno a distancia, brindar materiales, métodos alternativos al método expositivo. Los docentes vemos la oportunidad de trabajar de otra forma y aprovechar para aprender, desde otros ritmos.

También hay una sensación y que lo escuché a algunos colegas, de que, cuando esto pase, todo este trabajo va a quedar en nada. Y que todo esto es una manera de justificar que no estamos de brazos cruzados y que producimos, porque parece ser que de eso se trata, de producir.

La otra sensación que nos va a quedar, es que esta situación a lo que nos llevó esta pandemia y la posterior cuarentena, que, como docente nos vamos a replantear en qué nivel se encuentran, nuestra pericia docente, o nuestra desidia, o nuestra incapacidad, o nuestra abulia, o nuestra soberbia, o el compromiso o la responsabilidad. En un momento que han cambiado los soportes. A nosotros los docentes siempre nos juzgan, y a lo mejor está bien, siempre digo que por ello no hay que victimizarse.

Es que solo, amablemente les pedimos a nuestras autoridades, a los tecnócratas de la educación, a los padres, a la sociedad, a los alumnos, algo de paciencia, que, somos los mismos, nuestra alma docente no ha cambiado, somos las mismas personas con la responsabilidad de siempre por nuestra profesión, con nuestra labor y el mismo afecto para con las personas a las que damos las clase.

El virus y la pandemia, a nosotros, los docentes también nos desequilibró.

Luego lo seguimos.

 

Por Hugo R. Manfredi

Foto aula vacias II