Chico, ¡Metete en la casa que viene el «hombre de la bolsa»!

Dibujo, el hombre de la bolsa

Si algo de lo que pudimos observar en el paisaje urbano en los días de la cuarentena, es que con el virus y la pandemia, volvieron aquellos viejos sustos de la niñez.

El “hombre de la bolsa”, era utilizado por nuestros mayores, cuando no hacíamos caso o no hacíamos lo que nos decían. Pórtate bien que llamo al “hombre de la bolsa”, nos sentenciaban. Este personaje tenía gran capacidad para controlar conductas infantiles.

Lo cierto es, que nunca lo vimos, solo nos imaginábamos cómo podía ser. Un hombre con anatomías deformadas y un rostro que sintetizaba la fealdad. Y que podía estar en todas partes y en todo tiempo.

Pero ahora, ya no nos asustan con el “hombre de la bolsa”, sino con el virus, tan invisible, tan tétrico como aquel hombrecillo de la infancia. Salidos a hacer compras o trámites y nos podemos encontrar con ellos, microorganismos que están más allá de nuestra visibilidad. Pueden estar en cualquier parte o no. Por consiguiente, hay que lavar todo, lavandina, desinfectantes de todos los colores y precios, limpiarlo todo por completo, y cuando volvemos de la calle, hacer elaboradas rutinas de lavado y rituales que tienen su importancia.

Ya no nos somete y controla el “hombre de la bolsa, ahora es el maldito “bicho”, como diría una vecina. No somos en absoluto libre de hacer los que nos venga en gana, porque estamos en circunstancias que sobrepasa nuestra voluntad. Nuestras conductas dependen ya del conjunto social, y nuestra individualidad apenas importa.

Ahora sabemos un poco más de virus y bacterias, ahora conocemos algo, el virus no es un invento como el “hombre de la bolsa”. Nuestras conductas en estos están ahora en función de estos bichos, como dice la vecina, que al no saber dónde están pueden estar por todos los sitios, y por eso es razonable una cierta obsesión. Podemos contagiar y nos pueden contagiar.

Este “bicho”, nos pegó un sopapo. Nos dimos cuenta que, ni con la tecnología actual, ni con los avances de la medicina y la farmacología, no somos tan omnipotentes, ni invencibles. Nunca lo seremos, ni con éste bicho ni con el que venga. Es cierto que la vida, nuestra vida ha mejorado con respecto con nuestros antepasados. Pero esto no significa que el futuro de los vengan esté asegurado, porque las ciencias siempre van por detrás de los hechos inciertos.

En el mientras tanto, nos preguntamos, qué haríamos si no fuera por la enorme voluntad y heroísmo de nuestros compatriotas, que se compone de médicos, sanitarios, profesores, transportistas, panaderos, barrenderos, desempleados, etc. En la tragedia, donde mejor se puede analizar qué es un pueblo unido, poniéndole el cuerpo a la cuarentena. Otra vez el pueblo solidarizándose, cuidándose. Dando una mano a los que la están pasando muy mal. Demasiado mal diría, ya a esta altura de la cuarentena.

Es por eso, que decimos que, ya tenemos bastante con este “bicho”para que nos den más sopapos. No señor Gobernador y su policía, no necesitamos sopapos como les dieron a algunos comprovincianos. Controle a sus muchachos.

Esto va a pasar y, los que sobrevivamos, seguramente analizaremos como podemos cambiar razonablemente nuestras vidas. Esto es, ¿qué queremos? Si la gente supiera qué quiere, a lo mejor se daría cuenta de que está haciendo lo contrario de lo que pretende. ¿Para qué tanto derroche? Para qué tanto halagos, si el esfuerzo lo están haciendo ustedes? ¿Para qué tanto acumular dinero, para qué sirve, sobre todo a aquellos que pudieron hacerlo? ¿Para qué se quieren destacar sobre los demás? ¿Por qué no educarnos en el aprender a vivir y compartir?

Esto que estamos pasando, no dará una lección, de los que han muerto y de los que sufren. ¿Para qué sirvió todo esto? ¿Cómo procesaremos las muertes y los sufrimientos de los compatriotas y comprovincianos? Si los santiagueños pensamos en otra forma de vivir, en otro estilo de vida, tal vez la muerte de tantos, que sentimos profundamente, no haya sido en vano. Cuidar, cuidarnos para que estemos mejor preparados, para cuando venga otro bicho. Completar los que nos falta, y desnudar a los que nunca hicieron nada o muy poco por sus comprovincianos. No hicieron nada o hicieron poco con la vinchuca, el mosquito, las bacterias en las aguas, es decir, por las epidemias eternas en nuestra provincia.

Que el “bicho”, por otro lado, no mate o lesione a nuestra democracia, a nuestra República, a nuestra constitución, a nuestras instituciones, a sus ciudadanos, a nuestra convivencia.

Por Hugo R. Manfredi

Frase de Maquiavello, control por el miedo, genial