Humor en tiempos del Coronavirus II

Después de una semana movida como: argentinos varados, cola de jubilados, del fracaso del teletón o TELETONGO, default, de los sobreprecio en la compra del Ministerio de Desarrollo Social, etc., es un momento de un relax. Gracias Ginés por dejarnos descansar unos días.

Foto, fideo Arroyo, jaja

Humor Ihumor II

humor IIIhumor IV

humor Vhumor VI

Frase que no te asuste el covid, jajaja

Chiste III

Chiste IV

Frase estando casado y soltero, jajaja

Humor VIIumor VIII

Chiste,I

Chiste II

Chiste V

Humor IXhumor XI

Frase de Alberto sobre Máximo, humorista

Frase de Alberto, humorista, jajaFoto don Ramón, jajaja

Dibujo, sobreprecios, Arroyo

Foto de la Reina de Inglat. riéndose, jajaja

Frase AF, las bebidas calientes matan el virus, ja

Dijo Alberto: ‘Hay una oposición en las redes que tira piedras, insulta y trata de levantar a la gente en las redes», se olvidó que los militantes de su Partido,  junto a los millennials troskos, fueron capaz de esto: 14 toneladas de piedras tiraron. Quiénes son los de la foto Presi????

Foto del lio en el Congreso 2017

 

Chiste De Elia, virus y neoliberalismo

Foto, tiro en el pie, jajaja

Último momento: Boudou libre. Coronavirus=Impunidad.

Por Hugo R. Manfredi

Cartel, quedate en casa por Arroyo, ja

¿Cómo llegamos a esto? Por Dios!!!!(Quinta parte…)

PORQUE NUNCA LES CREÍ, HACIENDO MEMORIA.

Repasando desde otras entradas:

Foto deCFK, vetando el 82

Un 14 de octubre de 2010 a las 14:30 hs Cristina Kirchner vetaba la ley que garantizaba el 82% móvil a los jubilados. A las 19:30 recibía en su domicilio particular, sito en la calle Uruguay 1306, una valija con 3 millones de dólares de manos de Baratta y Muñoz.

Foto cuaderno, baratta entregando...

Foto Pami, sillas de ruedas

Recuerdan a esta tropa de impresentables con los cartelitos en el gobierno de Macri y el hastag #ConLosJubiladosNo o no al FMI. Por suerte mucha gente, millones diría, nunca les creyó estas sobre actuaciones.NADIE ES K GRATIS.

Foto artistas K

Foto tuit CFK, jubil.

El Kirchnerismo jugó con los jubilados durante todo el gobierno de Macri y durante la campaña. Con Macri tiraron 17 toneladas de piedras porque no aceptaban una fórmula jubilatoria (que beneficiaba a todos los jubilados).

Foto tapa pág. 12

¿Se acuerdan cuando compartían la imagen de la abuela levantando berenjenas del piso mientras la policía miraba, y todo para decir que «el de Macri era un gobierno genocida»?

Foto tuit Cafiero

Se acuerdan?, cuando el candidato Alberto Fernández, hoy presidente diciendo que el día que asumía iba a aumentar TODAS las jubilaciones un 20%. Pasaron los meses y no lo hizo, y además, congeló e hizo el ajuste brutal sobre las jubilaciones.

Foto Tuit AF, leliq

Afiche,el pez por la boca muereEn las marchas a favor del gobierno de Macri, los kirchneristas se reían porque los manifestantes eran «viejos». Que no había juventud, decían. Las casualidades no existen. Me acuerdo cuando Alberto le dijo a Macri durante el debate: «Ay, Presidente… presidente… los abuelos no usan celular», en relación a la mención que hizo Macri de la mejora implementada por PAMI para que los afiliados pudieran hacer trámites a distancia, desde el celular.

PERO AYER, LO QUE  VIMOS EN TV, ES: COMO MANDARON AL MATADERO A MÁS DE 3000000 DE JUBILADOS Y PENSIONADOS, SI AL MATADERO, A LOS ABUELOS JUBILADOS, después DE TENERLOS EN CUARENTENA POR 15 DÍAS. FUE UN DÍA NEGRO. ¿No tienen padres, abuelos, tíos, estos miserables? FUE UN DÍA NEGRO AL EXPONER A LOS JUBILADOS, UN SECTOR VULNERABLE AL VIRUS DE MANERA DRÁSTICA. LO MANDARON A AMONTONARSE DURANTE 10 Hs., HACIENDO COLA DESDE LA MADRUGADA Y CON FRÍO. LO QUE SUCEDIÓ NO FUE UN ERROR ADMINISTRATIVO, FUE UN ACTO DE GRAVÍSIMA NEGLIGENCIA.

Foto jubil. en la cola con frio 

Ayer, todos se repartieron las culpas y las inocencias, pero es bueno recordar que, Palazzo en un congreso de la OIT el año pasado y otro en España, declaró RECHAZAR la «Digitalización del sistema» en pos de una a atención: «PERSONALIZADA y AMIGABLE » para con el cliente. Palazzo sabia lo que hoy pasaría, LA BANCARIA también es responsable de lo que pasó.

AYER PENSÉ Y ME ACORDÉ DE MIS PADRES (A quienes no puedo ver hace semanas), YENDO O ESTANDO EN UNA COLA PARA COBRAR. Nuestra provincia no fue la excepción. Ni ayer ni las otras veces, porque con jubilados y pensionados compartí y comparto las colas en los cajeros automáticos y humanos.

Foto jubiladoen camillaVeamos más imágenes:

Foto jubil. IFoto Jubil. II

Foto Jubil. IIIFoto jubil. VIFoto jubil. VIIIFoto jubil. VIIFoto jubil. IV

Foto Jubil. V

Que drama ahora es de los intelectuales, de los «revolucionarios de cotillón», de los «progre de goma eva» ,que explicaban todo en el gobierno de Macri con: «son CEOs que no conocen la calle, que nunca hicieron la cola de un banco, que sus vidas no dependen de un ingreso mensual». Habrá que elaborar nuevos argumentos muchachos. Ya está muchachos y muchachas, una cosa es tener convicciones que los respeto, y otra cosa es militar a favor de la hipocresía y la crueldad.

Y ahora, otra vez,…no sabemos si reír o llorar.

Foto AF, con teléf. luego de las filas de jubil.

«Nosotros pusimos un cronograma pero hay gente que le gusta verle la cara al cajero», Alberto Fernández por Radio Mitre. «Hay mucha gente que le gusta viajar en los vagones delanteros»: Eduardo Schiavi después de la Tragedia de Once.

Qué bueno que el Gobierno de Alberto Fernández tenga a Alberto Fernández en la oposición para marcarle la cancha.

Pero sigamos:  Alberto Fernández, «nadie preveía que iban a aparecer todos esos jubilados».

Foto AF, conferencia

En fin, Alberto Fernández furioso contra Alberto Fernández por las medidas que toma Alberto Fernández. Algunos sectores del Albertismo se separan de Alberto Fernández y ya se habla de la Pesada Herencia que Alberto Fernández le está dejando a Alberto Fernández.

Luego lo seguimos. Con estos muchachos no hay descanso.

 

Por Hugo R. Manfredi

 

Frase, Echarri y los jubilados

 

Foto Tundis, jubilados, alegría y AF

 

 

¿Cómo llegamos a esto? Por Dios!!!! (Cuarta parte…)

Coronavirus, ingreso por Ezeiza, la puerta que el Gobierno demoró en cerrar y por donde ingresó el coronavirus.

Era de manual: el coronavirus llegaría importado y ese ingreso a la Argentina sería por Ezeiza. Había una posibilidad que entrara por algún aeropuerto del interior, pero las probabilidades eran escasas. No era un secreto de Estado ni tampoco la conclusión de un consejo de expertos. Un mediocre jugador del TEG (Táctica y Estrategia de la Guerra) hubiese puesto todas sus fichas en defender esa entrada de la zona sur del conurbano bonaerense.

Finalmente, así fue. El virus ingresó por dónde se presumía que iba a llegar. Durante semanas, el aeropuerto internacional más importante de la Argentina se convirtió en la puerta de acceso de Covid-19. Todos lo sabían y no hubo un solo especialista que no lo apuntó como el lugar crítico. Pero las cosas fallaron.

A poco de un mes del primer positivo -el 3 de marzo se conoció el primer caso, en la ciudad de Buenos Aires-, la estación está prácticamente paralizada y sólo aterrizan un puñado de vuelos por día. Sin embargo, los procedimientos a la hora de recibir a los viajeros que llegan desde zonas de alto contagio no son uniformes, ni despejan las dudas sobre los cuidados necesarios para evitar la propagación.

La mirada se fijó en Ezeiza ni bien la pandemia se instaló fuerte en Italia y España. Ese 3 de marzo, España ya iba por el día 32 desde el inicio del brote y había 165 afectados. Italia, con 33 días desde el caso uno, contaba 2502 infectados. El epicentro del coronavirus ya no era aquella ciudad lejana en China, Wuhan. El país asiático ni siquiera tiene vuelos directos con la Argentina. La amenaza se posó sobre dos países cercanos. Sin embargo, varios aviones diarios aterrizaban desde Roma (Alitalia y Aerolíneas Argentinas) y Madrid (Iberia, Level, Air Europa y también Aerolíneas Argentinas). Ezeiza era el lugar a cuidar. Pero, en la Casa Rosada eran épocas de subestimación de lo que venía.

Dos fuentes de la Casa Rosada, dos de fuerzas de seguridad nacional, una del gobierno de la Ciudad y otra de un municipio cercano a la estación aérea concuerdan en que ese era el lugar a cuidar. Ninguna de ellas pretende levantar su voz en momentos de emergencia. Por caso, en Balcarce 50 reconocieron que podría haberse generado, sobre todo a fines de febrero, un control más estricto. La primera medida concreta de restricción empezó el 12 de marzo. Esa tarde, el presidente Alberto Fernández restringió los servicios provenientes de China, Corea del Sur, Japón, Irán, Europa y Estados Unidos. Desde entonces, gran parte del operativo se instaló allí. Recién el 19 se estableció la cuarentena y se prohibieron los vuelos. Sin embargo, 34.697 pasajeros ingresaron por Ezeiza con protocolos que jamás se unificaron. Aterrizaron, al menos, 185 vuelos desde entonces.

Cifras de pasajeros que llegaron entre el 19 y el 27 de marzo:

19 de marzo. Día previo al inicio de la cuarentena. Llegaron 4779 argentinos en 27 vuelos desde Brasil, Chile y Colombia. Una semana antes, el Gobierno había prohibido viajes desde Europa, Estados Unidos, China, Japón, Irán y Corea de Sur.

20 de marzo. Ya en cuarentena, se sumaron 2931 ingresos desde Lima, San Pablo, Río de Janeiro, Santiago, Miami y Panamá. Muchos triangularon desde distintas ciudades del mundo para llegar.

21 de marzo. Fue el día con mayor circulación: 7921 personas llegaron de países de Europa, Asia, África y América, varios considerados como lugares de alto riesgo de contagio. Aterrizaron en Ezeiza 46 aviones.

22 de marzo. Además de los vuelos habituales, se sumaron otros provenientes de La Habana, Dubai, Doha y Punta Cana. Fueron 39 vuelos.

23 de marzo. El Gobierno confirmó que en total sumaban 301 casos de coronavirus positivos y 5 muertos y se conocieron 36 contagiados.

24 de marzo. Ya funcionaba en Ezeiza un sistema para tomar la temperatura a quienes llegaban. Los espacios comunes no guardaban la restricción de distanciamiento recomendable.

25 de marzo. Sólo hubo seis arribos, todos de Aerolíneas Argentinas y Latam.

26 de marzo. El gobierno porteño había tomado una medida que lo diferenció del resto del país. Los habitantes de la Ciudad que llegaran a la estación aérea eran separados para ser aislados durante 14 días en hoteles.

27 de marzo. Ezeiza recibió 34.697 pasajeros del exterior desde el 19. Más allá de los controles de temperatura, sólo 2392 permanecían en estricto aislamiento en hoteles porteños. El resto, a cambio de una declaración jurada, pasa la cuarentena (14 días) dónde elija. La enorme mayoría de los casos son importados.

Los primeros días de marzo, cuando la voz del ministro de Salud, Ginés González García aún se escuchaba como autoridad en la materia, las medidas fueron laxas y se limitaron a un escueto papel con preguntas. No mucho más. La famosa declaración jurada, que varios pasajeros se llevaron a sus casas porque ni siquiera se las requirieron a la salida, era el único requisito de entrada al país. A diario y en promedio, los pasajeros de 240 vuelos, entre arribos y despegues, pasaban por la terminal. Nunca se informó cuántas declaraciones juradas se firmaron y cuáles eran los destinos de origen de los viajeros. Muchos países, entonces, ya iniciaban un proceso de trazabilidad de cada pasajero para conocer las ciudades que habían visitado.

El 3 de marzo, la Argentina tuvo su primer caso positivo. Importado, claro está. Una semana después, en Ezeiza llegaban pasajeros de todo el mundo con paso libre por cada zona del aeropuerto. Seguían las operaciones normales. El 9 de ese mes, González García declaraba: «Yo creí que iba a llegar más tarde, no creí que iba a llegar antes de terminar el verano, pero igual trabajamos e hicimos todo lo que teníamos que hacer». No era del todo cierta aquella definición. No se había cerrado lo suficiente la puerta de ingreso que hasta un principiante en el mundo de la logística de emergencia podía identificar como crítica. El tiempo perdido en aquellos días no se recuperó jamás.

El 10 del mes pasado, una semana después de haberse encontrado al «paciente 1» los controles en la estación eran aleatorios y los testimonios de pasajeros a los que no les habían pedido la declaración se sucedían. «Hoy fueron confirmados dos nuevos casos de Covid-19 con antecedente de viaje a Europa. Uno residente de CABA y otro de Provincia de Buenos Aires. A la fecha, se registran un total de 19 casos importados confirmados entre los que se encuentra un fallecido», comunicó el parte oficial diario. Todos habían entrado por Ezeiza.

A diferencia de lo que dijo el ministro un día antes, en el entorno del Presidente se empezó a tomar conciencia de que el voluntarismo del funcionario era inconducente en épocas de emergencia. A medida que la voz del González García se corría del discurso público, la posibilidad de extremar las medidas en Ezeiza tomó fuerza. Alberto Fernández empezó a escuchar otras opiniones que no eran la de su ministro. El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, acercó sus pronósticos de la mano de su hombre en la cartera de Salud, Fernán Quirós. El punto neurálgico era el aeropuerto internacional y ahí se dirigieron las primeras medidas.

Dos destinos eran determinantes para el control: España e Italia, y en menor medida, Francia. El control en esos primeros días no era férreo.

Con la doctrina Ginés tirada al cesto de basura, empezó el prominente ascenso de la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti. De a poco, se empezaba conocer la voz de la número dos del ministerio.

El 12 de marzo, la Argentina contaba con 31 casos y un fallecido. Recién entonces, el Gobierno tomó la decisión de frenar los arribos desde toda Europa, Estados Unidos, China, Japón, Corea del Sur e Irán. Formalmente, se prohibieron los viajes por 30 días y se autorizó sólo a Aerolíneas Argentinas a realizar vuelos, llamados sanitarios. Surgió la épica del regreso en la línea de bandera.

En los países donde se encontraban, los pasajeros reorientaron sus regresos. Los que no lograban el ansiado ticket en la empresa estatal, empezaron con la alquimia aérea para triangular por otros aeropuertos de la región, como Santiago de Chile, San Pablo, Río de Janeiro, Lima o Panamá. También volvieron vía Bogotá y otros, mediante las aerolíneas de Medio Oriente. Llegar de cualquiera de estos destinos no era impedimento para que el inicio del viaje hubiese sido cualquiera de los países sospechados.

Ezeiza seguía como el lugar a cuidar. Pero los pasajeros entraban y apenas se mantenían los controles aleatorios de toma de temperatura y cada cual emprendía el regreso a su casa. A miles de viajeros los buscaron sus familiares y otros tantos viajaron al interior del país en vuelos regulares, o en ómnibus de larga distancia. El virus pudo haber viajado hacia cualquier lado sin control.

La cifra de repatriados subió exponencialmente. Según datos de Cancillería, alrededor de 30.000 argentinos golpeaban las puertas de los consulados de todo el mundo para regresar. El 17 de marzo, finalmente se incluyó a Chile y Brasil en la lista de los países desde los cuales no se autorizaban viajes. Los pasajeros venían desde los destinos en los que se podía triangular.

El 17 de marzo, los contagiados eran 79 y había dos muertos por el virus. Entonces, Lima era el gran lugar de operaciones aéreas para América latina. Pero el gobierno del presidente Martín Vizcarra cerró todas las operaciones aéreas del país a partir de las cero horas del 18 de marzo. Pocas horas antes, Latam advirtió que quedaban 10.000 argentinos, pasajeros de esa aerolínea, en el exterior.

El 19 de marzo, al menos, hubo 21 vuelos que llegaron a Ezeiza y seis a otros aeropuertos como El Palomar, Mendoza y Córdoba, que trasladaron 4779 personas. Los aviones llegaron desde Santiago de Chile (9), San Pablo (11), Río de Janeiro (5) y uno de Bogotá, Brasilia, Floranópolis y Recife. Esa noche, formalmente, empezó la cuarentena.

El 20 de marzo el Gobierno tuvo que reconocer que con un puñado de aviones de Aerolíneas Argentinas no era posible traer a los cerca de 30.000 argentinos con intenciones de regresar. El reporte oficial daba cuenta de que los contagiados sumaban 158; los fallecidos, tres.

Mientras las camas se empezaban a ocupar, la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) autorizó vuelos «sanitarios» de empresas como Latam, Jet Smart, Flybondi o Copa Airlines, por caso. Fueron cerca de 100 adicionales que se sumaban a los de Aerolíneas Argentinas.

Los viajeros, de a centenares, llegaban a Ezeiza y de ahí a sus domicilios. Según datos oficiales, Aerolíneas trajo de vuelta cerca de 14.000 viajeros y Latam una cifra similar en alrededor de 60 vuelos. Flybondi utilizó el Aeropuerto de El Palomar para 12 vuelos que venían desde Río de Janeiro, San Pablo, Porto Alegre y Asunción del Paraguay. Una vez aterrizado, el virus empezó a viajar al interior en servicios regulares.

La terminal siguió como el epicentro; no se le encontraba la vuelta. Sin una directiva clara del gobierno nacional respecto de cómo tratar los ingresos, el gobierno de Rodríguez Larreta decidió extremar su política. Montó un operativo y decidió que todos los viajeros que lleguen desde el exterior -siempre que sea desde un país considerado de alto contagio- y que tengan domicilio en el territorio porteño, sean alojados en un hotel. Desde el 20 de marzo, ese fue el criterio que se aplicó con la gran mayoría.

El lunes 23 las cifras de la pandemia seguían creciendo. De aquellos 240 vuelos entre arribos y llegadas que pasaban por Ezeiza, se pasó a 21 aterrizajes. La semana empezó con 301 contagiados y cuatro fallecidos. Ese día llegaron a la estación 4558 pasajeros que volaron desde París, Estambul, Lima, Dubai, Toronto, Cancún y como siempre, San Pablo y Santiago.

Entonces, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires ya había dispuesto tres estructuras. La primera, en el control de Ezeiza. Las otras dos se encargarían de la logística y de los hoteles. Desde entonces, la gran mayoría de los viajeros tiene tres controles de fiebre: uno de autoridades nacionales, otro de Sanidad de Frontera, y el último, de la Ciudad. Depende cuál será el destino final es el camino que sigue.

Si no hay señales de síntomas, lo que se mira es el domicilio de residencia. Si es en territorio porteño, un colectivo que tiene al chofer aislado, lo busca y lo lleva a uno de los hoteles que el gobierno de Larreta alquiló. Cada uno tiene un equipo médico para atender a los que despierten síntomas, no a todos. Un equipo de 16 personas en cada turno y por hotel, los asisten. Y si bien siempre se escuchan quejas por el servicio, la Ciudad les proporciona desayuno, merienda, almuerzo y cena.

Muchos en habitaciones individuales y otros tantos en pareja, se deben quedar sin salir del lugar. «Allí permanecen entre 7 y 14 días. Y no se puede salir», dijo una fuente del Gobierno. Al 28 de marzo, 2392 personas permanecían alojadas en distintos hoteles porteños.

Además, la Ciudad se hace cargo de todas las personas del interior que tengan que permanecer en Buenos Aires a la espera de algún servicio que los lleve a su hogar. El jueves, por caso, un pasajero que debía seguir camino a Chubut estuvo un par de días en los hoteles. Finalmente, el gobierno lo llevó a Aeroparque, cuando salió uno de los pocos vuelos autorizados, y avisó a la provincia que un viajero estaba en camino.

Durante esos días, si no manifiestan signos de estar contagiados, son autorizados a volver a sus domicilios. Y, claro está, si aparece alguno de los síntomas, se sigue el protocolo de aislamiento total.

Distinto es el periplo de los que tienen domicilio en cualquier otro lugar del país. Los bonaerenses que están en la zona metropolitana son acompañados por fuerzas de seguridad a sus viviendas y luego, hay un control de cumplimiento de la cuarentena. Los viajeros del interior son provistos de servicios contratados por el Ministerio de Transporte para ir a sus provincias. Luego, cada una dicta sus propias reglas.
Ezeiza mantiene su operación, aunque prácticamente no hay vuelos. Dos aviones de la Fuerza Aérea Mexicana trajeron pasajeros argentinos varados y uno de vino de Ginebra, Suiza, con 121 enfermeros y médicos que llegaron para trabajar en la pandemia.

Hay poca gente en la terminal. Hasta ayer a las 21, el total de casos confirmados en la Argentina era de 1133, de los cuales 32 fallecieron. Los protocolos de llegada no están estandarizados y todavía se trata distinto a los que tienen domicilio dentro de la Capital y los que viven en cualquier otro punto del país. El virus puede entrar y pasar tranquilamente a cualquier ciudad del la Argentina. Las voces de los parlantes de la estación ya no comunican nuevos vuelos. Y la voz de Ginés González García, con el optimismo de los primeros días, parece un recuerdo lejano.

TEXTO DE: Diego Cabot, 2 DE ABRIL DE 2020 La Nación.

Prohibido olvidar a nuestros HÉROES de MALVINAS

Hoy honramos a nuestros veteranos y caídos en la guerra … 02/04/1982.

Foto Vet. Malvinas

Durante la batalla del «Cerro Dos Hermanas» en la Guerra de Malvinas, quien era operador de una ametralladora, y desoyendo la orden de retirada y quedándose combatiendo él solo, permitió el repliegue de todos sus compañeros, (más de 150 soldados incluidos sus superiores) a zonas seguras y disparando al enemigo con su única boca de fuego. Impidió el avance de todo el dispositivo ofensivo británico durante más de 10 horas.

No podía moverse por estar herido. Prefirió quedarse cubriendo la retirada de sus compañeros, consciente de que,herido como estaba, los iba a retrasar . Solo herido y de noche, se bancó enfrentar a los soldados más profesionales del mundo.

«Váyanse ustedes, que tienen hijos. Yo me quedo” gritó Oscar Ismael Poltronieri mientras disparaba contra más de 600 ingleses desde el Monte Dos Hermanas, en las Islas Malvinas hace 38 años. Oscar Ismael Poltronieri con 18 años y siendo casi analfabeto, por sus acciones de combate…Por este acto recibió la medalla «La Cruz de la Nación Argentina al Heroico Valor en Combate». Es el único soldado conscripto vivo en recibir la máxima condecoración que otorga nuestra Nación.

Luego de la Guerra, Oscar, intento suicidarse, vendió baratijas en los colectivos y trabajó de remisero. Pero lo más importante fue que soldados y oficiales ingleses lo buscaron para expresar su admiración por él… y fue condecorado en Inglaterra con «La Cruz de Hierro al Valor».

En los colegios de nuestro país, los alumnos «no» lo conocen, «no» saben quién es. Al contar y compartirlo colaboramos con el maravilloso proceso de construcción de la memoria y el honor de un pueblo, de una Nación «Argentina» y su transmisión a las generaciones.

foto Vet. Malvinas II

Oscar Ismael Poltronieri, es uno de mis héroes, es bueno recordar, a él y a tantos héroes que quedaron en la isla y a los que volvieron.

Hoy, a 38 años de esa gesta, desgraciadamente, hay un país, donde hay un Presidente que, glorifica públicamente a mafiosos y a criminales, es por ello que, en estos momentos, vale más que nunca el ejemplo de un verdadero héroe Argentino.

 

Por Hugo R. Manfredi

Foto Vet. Malvinas IIIFoto Vet. Malvinas IV

 

 

Lecturas en tiempos de cuarentena IV

TEXTO 1:

Coronavirus. Martin Wolf: «Es una catástrofe de la que acaso no nos recuperemos realmente por décadas»

Foto Martin WolfMartin Wolf, durante una conferencia en el Foro Económico de Davos.

El columnista económico del diario The Financial Times vislumbra un escenario pospandémico con convulsiones sociales, económicas y psicológicas en el orden global; críticas a China, Europa y Trump.

«Catástrofe», «deprimente», «enormes desafíos», «situación desesperada» y «muy aterradora» son todas expresiones inusuales para un economista. Más aún si quien habla es un flemático caballero de la Orden del Imperio Británico. Y menos aún si se trata del máximo columnista económico del diario financiero más importante del mundo, The Financial Times. Pero a los 73 años Martin Wolf, considerado una de las plumas económicas más relevantes del planeta -si no la más-, vislumbra un mundo que lo desvela.

¿Qué ve asomarse en el horizonte desde su confinamiento forzoso en Londres por el coronavirus «Una catástrofe de la que acaso no nos recuperemos realmente por décadas», dice Wolf durante su diálogo con LA NACION , vía Skype, sabiendo que sus palabras pesan en los mercados. «En todos los países, el mío y obviamente el suyo, millones de personas, miles de millones de personas, van a estar en la más desesperada situación social, económica y psicológica», avizora.

En todos los países, el mío y obviamente el suyo, millones de personas, miles de millones de personas, van a estar en la más desesperada situación social, económica y psicológica

Martin Wolf

Educado en Oxford, doctor honoris causae por la London School of Economics y otras universidades, execonomista del Banco Mundial, otrora estandarte de la globalización y del libre mercado, luego impulsor del resurgimiento keynesiano que cimentó la salida de la crisis mundial de 2008, Wolf trabaja desde 1987 para The Financial Times y es su principal columnista desde 1996.

Quizá por eso Wolf procesa cada palabra para que impacte más. Dice que los líderes mundiales cometieron «demasiados errores» durante los últimos meses y que no es «muy optimista de que esto mejore». Y que, «en el peor de los casos, podemos terminar con la depresión económica más grande en la historia, con una pandemia descontrolada que matará a decenas de millones de personas, y el mundo quedará absolutamente transformado, para peor, de maneras que no podemos concebir aún. Así que, si no mejoramos nuestra actuación, bueno…estamos en una situación muy aterradora».

-En una de sus últimas columnas para el Financial Times planteó que «la pandemia es un desafío ético». ¿Por qué?

-Porque afrontamos decisiones políticas que requieren opciones morales. Domésticas e internacionales. Entre las primeras, habrá que decidir el balance con que manejaremos la pandemia y las consecuencias económicas que conllevará. Si mandas a todos a sus casas, la economía esencialmente desaparece. Y si eso ocurre, conllevará enormes costos en la gente, porque la economía no es una «cosa» abstracta. Hay que lograr que ese balance sea el correcto. Es razonable «cerrar» el país para mantener la pandemia bajo control, pero no puedes hacerlo para siempre. Después de cierto tiempo los costos económicos y sociales de cerrar todo serán exponencialmente más grandes e inmanejables y quizá debas adoptar otra estrategia, en la que en esencia dejarás que la pandemia avance sobre tu país, con lo que por supuesto que morirá gente. Son preguntas éticas que deben basarse en qué puede manejar tu país. La segunda dimensión ética se centra en cómo compensas a la gente por los costos económicos. Es una pregunta «distribucionista». Porque algunos serán más capaces que otros de lidiar con los costos del cierre de la economía, sea porque tengan activos o pensiones o sean ricos, mientras que otros, en el extremo opuesto, no tienen seguridad laboral alguna ni activos financieros y viven el día a día, y si el gobierno no los apoya adecuadamente, perderán sus casas o incluso morirán de hambre, en momentos en que el Estado no podrá proveerles un Estado de Bienestar. ¡Y esto me lleva a otras preguntas éticas, que son las internacionales! Esta es una crisis económica global que afectará a personas de todo el mundo. Pienso que los países ricos tienen una obligación moral hacia los países pobres, que necesitarán mucha ayuda sanitaria y económica, de entidades como la Organización Mundial de la Salud y el Fondo Monetario Internacional, y requerirán préstamos e insumos médicos.

-Estos desafíos son tan enormes que ningún país podrá afrontarlos en soledad. Foros multilaterales como el G-20 o la Unión Europea, por citar dos, serán decisivos. Pero ¿por qué la UE reaccionará distinto esta vez de como lo hizo en 2008, cuando hizo poco y mal, o de cómo ha reaccionado por ahora?

-Bueno… es una historia complicada… Muchos de los recursos que se necesitarán para afrontar la crisis están en manos de algunos Estados individuales con capacidad de prestar. Por supuesto que estos países se verán dramáticamente afectados por las medidas que adopten otros países. Así que necesitarán cooperar. Pero coincido completamente. La Unión Europea, en particular, es un gran problema porque los países de la eurozona delegaron el manejo de políticas a instituciones compartidas y las políticas fiscales están muy constreñidas en países con amplio endeudamiento, como España o Italia, por lo que su capacidad de responder a la crisis está acotada. Por fortuna, el Banco Central Europeo ha reaccionado de manera muy alentadora hasta ahora y da la sensación de que estos países tendrán más espacio para responder de lo que se veía hace unos días. Pero el punto básico sigue allí: sin una consistencia significativa terminarán en un terrible problema.

En Europa y Estados Unidos las respuestas de políticas de sanidad fueron grotescamente inadecuadas y demasiado tardías

Martin Wolf

-Mientras lo escuchaba, recordé las preguntas que planteó al final de una de sus últimas columnas. Se las recuerdo: «¿Los líderes proyectan tranquilidad y usan la razón? ¿Venceremos la epidemia al mismo tiempo que minimizamos los daños económicos? ¿Nos garantizamos que las naciones y las personas más débiles sean protegidas? ¿Optamos por la solidaridad por encima de la hostilidad, y por la responsabilidad global por sobre del nacionalismo que mira hacia dentro? ¿Buscamos legar un mundo pospandémico mejor, no uno peor? A diferencia de los virus, los seres humanos tienen opciones. Elijamos bien». Mi pregunta ahora para usted es: ¿estamos eligiendo bien?

-[Suspira] Diría que hasta ahora la respuesta ha sido bastante pobre. Ha habido un sinnúmero de… Veamos todos los errores cometidos. Los chinos suprimieron las noticias sobre el virus por demasiado tiempo y eso resultó un desastre para ellos y para el mundo. Luego, algunos países reaccionaron temprano, muy rápido y muy efectivamente, pero no fueron muchos: Taiwán, Corea, Japón, Singapur, Hong Kong, y se debió en parte a que habían sido afectados por la crisis del SARS hace unos años y aprendieron qué podía pasarles. Pero en Europa y Estados Unidos las respuestas de políticas de sanidad fueron grotescamente inadecuadas y demasiado tardías. La mayoría de los países decidieron no adoptar medidas radicales para cerrar la economía y detener el virus en sus primeros pasos, además de que algunos países adoptaron la estrategia de «inmunidad colectiva» que resultó un desastre, destruyendo el sistema de salud y causando una plaga básicamente incontrolable. Dicho eso, algunos países estuvieron mejor que otros. Alemania lo hizo bastante bien. Pero Estados Unidos está muy por detrás y creo que quedará claro que lo que hizo es inadecuado y que su sistema médico colapsará, como así también su economía, probablemente. Por lo que Estados Unidos pagará un costo muy alto por todo esto. Algo parecido ocurrirá en algunos países europeos y, por supuesto, cuando los mercados comenzaron a entrar en pánico y a retirarse de los países en desarrollo, tampoco había un plan previsto sobre qué hacer. Dicho esto, y para ser justo, esto ocurrió en un puñado de meses. Resultó una crisis tremenda que salió de la nada, aunque fue gestionada pobremente; en particular, por Donald Trump. Ahora creo que cometimos ya demasiados errores -algunos no pueden reprocharse, otros pueden repararse-, pero estamos corriendo desde muy atrás y no soy muy optimista de que esto mejore. En el peor de los casos, podemos terminar con la depresión económica más grande en la historia, con una pandemia descontrolada que matará a decenas de millones de personas y el mundo quedará absolutamente transformado, para peor, de maneras que no aún podemos concebir. Así que si no mejoramos nuestra actuación, bueno… estamos en una situación muy aterradora…

-[Suspiro] Le sumo factores a su ecuación. ¿Ve riesgos en el horizonte de un nacionalismo más exacerbado? ¿O de aislacionismo? ¿O de xenofobia?

-Sí, por supuesto. El nacionalismo ya es visible y está claro que aumentará con la depresión económica. Los políticos populistas siempre le echan la culpa de los problemas a alguien más y es casi obvio que esta vez será contra los chinos. Todo el sistema global podría volar en pedazos en una situación como esta muy rápidamente. Si, como temo, la situación sanitaria y económica se pone mucho, mucho, mucho peor, políticos desesperados harán todo lo que puedan por transferirle la culpa a algún otro. Y hay muchos políticos desesperados, algunos de ellos muy irresponsables. Así que es muy razonable sentirse aterrado hoy. Otra vez, para ser justos, es muy difícil planificar para situaciones como estas. Hasta cierto punto, todo esto es nuevo. Una pandemia era posible, aunque nunca podríamos anticipar exactamente cómo sería o cuándo ocurriría. Pero también hay que decir que la preparación para situaciones como esta había sido debilitada, estrujando los recursos para la Organización Mundial de la Salud como también la planificación ante posibles pandemias de Estados Unidos y del resto, al igual las partidas de salud en países emergentes. Por supuesto que los países desarrollados tienen tantos recursos como para ponerse a tono en seis meses a un año, con la excepción de Estados Unidos, cuya administración es caótica. Pero esos seis a 12 meses serán una catástrofe de la que acaso no nos recuperemos realmente por décadas. Resulta obvio ya que esta puede ser una crisis política, social y económica absolutamente enorme mucho más allá de la crisis sanitaria.

-Dejémoslo ahí…

-Sí, creo que es un final deprimente.

Tolstoi y Mann para la cuarentena

-Dado que los argentinos están en plena cuarentena, ¿qué libro o serie o película recomendaría que leyeran o vieran para «aprovechar» su tiempo?

-¡Ah! ¡Esa es una pregunta muy difícil! [Calla unos segundos]. Depende si crees que la respuesta correcta es el escapismo o si piensas que esta es tu última oportunidad paraleer un gran libro. Lo que disfruto mientras trabajo es la música y encuentro muy relajante la música clásica: Bach, Bethoven, Mozart, Schubert, Brahms. En cuanto a libros, uno que tiene relevancia en nuestro tiempo y es maravilloso, es La montaña mágica, de Thomas Mann, que es un libro que creo que puede hacer sentir bien a sus lectores. Y la novela larga mejor escrita de todos los tiempos es La guerra y la paz [de León Tolstoi], por supuesto, y puede ser leída en dos semanas. Pero creo que cada uno debe buscar su propia forma de escapismo. En mi caso, es conversar con mi esposa mientras trabajo y me pagan por ello. Pero reconozco que en el mundo como está ahora soy, por el momento, uno de los muy, muy, muy afortunados. En todos los países, el mío y el suyo, millones de personas, miles de millones de personas van a estar en la más desesperada situación social, económica y psicológica.

Economista, docente y periodista

  • Nacido en Londres, en 1946, Martin Wolf es el columnista económico jefe del diario The Financial Times desde 1996.
  •  Graduado de la Universidad de Oxford, Wolf ingresó en el Banco Mundial en 1971, donde se desempeñó durante una década para luego trabajar para una consultora, hasta que ingresó en el Financial Times, en 1987. En 1996 se convirtió en su principal columnista.
  • Profesor visitante en las universidades de Oxford y Nottingham, Wolf es miembro del Foro Económico Mundial, que se realiza en Davos, y de la Comisión Vickers del Reino Unido sobre la banca.
  • Nombrado caballero de la Orden del Imperio Británico, recibió múltiples premios y doctorados honoris causae, entre ellos, de la London School of Economics.

Por: Hugo Alconada Mon, Para La Nación, 1 de Abril de 2020.

 

TEXTO 2:

«A virus revuelto, ganancia de chantas y autoritarios»

Foto Fernández Diaz

La primera vez que asistí al fin del mundo tenía ocho años. Fue tan fuerte el impacto emocional que permanecí de pie frente al televisor a lo largo de toda la película, incluso durante los cortes publicitarios, y al final sentí tres cosas: un cierto alivio, una especie de atónita decepción y un intenso dolor de pantorrillas. Todo se había iniciado con un enorme meteorito, que abría un cráter en las afueras de un pequeño pueblo, y que ocultaba en su interior una nave espacial. Tres paisanos intentan enseguida confraternizar con los extraterrestres, pero son pulverizados impiadosamente por un rayo. Los expertos se dan cuenta de que los visitantes provienen de Marte, que cientos de meteoritos similares están cayendo en distintos puntos de la Tierra y que se trata de una campaña de exterminio y dominación. Con los nervios crispados, esperé entonces que los marines los atacaran con granadas y artillería, pero un escudo invisible protegía a los malparidos de cualquier disparo. La devastación del planeta avanzaba, y nadie podía detener esa marcha triunfal: compenetrado en la acción, yo sentía que los invasores estaban a punto de sobrevolar Buenos Aires y arrasar el barrio de Palermo. La última esperanza era la bomba atómica, que la Fuerza Aérea finalmente arroja, aunque sin hacerles mella. Hay pánico masivo y esas máquinas levitantes, con su terrorífico ojo móvil, flotan por las calles detonando edificios y triturando vidas. Cuando están por alcanzar al héroe dentro de una iglesia abarrotada y apocalíptica, resulta que sobreviene la mayor de todas las sorpresas: las máquinas de pronto se detienen y los marcianos van pereciendo uno tras otro. La explicación que se da me reconforta, pero no me satisface, y me quedo días y días pensando en ella; los omnipotentes, los invulnerables, no tenían defensas frente a los seres más ínfimos de la Creación: los virus y las bacterias. Vaya ironía.

La célebre fábula de Wells, en esa insuperable versión de clase B, tuvo toda clase de remakes , en todos los formatos posibles (incluyendo la radiofónica de Orson Welles, la paródica de Tim Burton y la épica de Spielberg). Pero para mí siempre tendrá aquellas caras de magníficos segundones, aquellos precarios efectos especiales de 1953. Luego Borges nos condujo de la mano al libro de marras, que tiene variaciones fascinantes, y sobre todo, una frase significativa: «Es posible que la invasión resulte beneficiosa para nosotros -escribe Wells-. Por lo menos nos ha robado aquella serena confianza en el futuro, que es la más segura fuente de decadencia». Zizek también ha creído ver en La guerra de los mundos una irónica alegoría de la crisis actual; un virus consigue lo que ni imperios, ejércitos, terroristas o férreas campañas ideológicas habían logrado: poner de rodillas a un sistema que se consideraba definitivo e indestructible, en un dominó de acontecimientos catastróficos que nos lleva a un nuevo y enigmático diseño universal.

El advenimiento del Covid-19 dejó al desnudo la insolvencia intelectual y operativa de gobiernos supuestamente sofisticados. Que desoyeron varias veces las advertencias científicas, que no se prepararon para una pandemia largamente anunciada y que ni siquiera hicieron simulaciones económicas para esta eventualidad. Con la misma negligencia están atendiendo el calentamiento del planeta, que nos llegará con maremotos, ponzoñosas enfermedades tropicales y otras formas del infierno. El drama no nos pisa los talones. Nos espera cómodamente adelante, afilando su guadaña.

A las infames culpabilizaciones sociales y étnicas que toda pandemia trajo a lo largo de la historia, se añaden ahora los ataques interesados de ciertos pensadores, a quienes el encierro les ha entumecido las ideas, y los anatemas de pícaros populistas con alma de dictadores populares de ocasión. A río revuelto, ganancia de pescadores, camaradas. La salida autoritaria, como decía Raymond Aron, es el opio de los intelectuales, que mientras promueven conmovedoramente la igualdad de género, la diversidad y otras justas reivindicaciones liberales de Occidente, bregan por regímenes despóticos donde se cancelan los derechos individuales en beneficio de los colectivos, y donde se aplica censura, encarcelamiento a disidentes, y hasta ejecuciones sumarias o legales para desobedientes de cualquier índole o bandería. Allí ven una alternativa real a esta «democracia decadente», por la que deberemos seguir luchando hasta el final de los días: porque estará en juego la libertad, así de simple y así de trágico.

Desde estos devaneos de académicos y «almas bellas» se expande una sórdida complacencia hacia el Partido Comunista chino, que es una máquina oscurantista de esclavismo y que hoy conduce paradójicamente la tan aborrecida globalización. Nadie conoce en detalle todavía qué ocurrió realmente en China durante esta crisis: solo se sabe con certeza que hubo demasiado silencio (allí la libertad de expresión no existe) y que se les permitió a miles de turistas chinos que visitaran e infectaran alegremente Europa durante un mes. Pero Xi, en este espejismo de la gauche divine , parece que representa al nuevo Mao, y que, por lo tanto, es de «reaccionarios» o de «xenófobos» criticar sus estrategias y secretismos. Además, admiremos lo extraordinario que resultó su remedio, compañeros: el amado líder se pasea por una grande y libre Wuhan mientras el mundo se incendia. No te extrañe que encuentre la vacuna, y nos salve a todos.

En la Argentina ciertas voces del kirchnerismo han culpado a la clase media y viajera por contagiarse de los europeos y traer la peste a la patria. Fustigan a los sectores medios y cosmopolitas -los más creativos y dinámicos de la sociedad-, mientras los agobian con impuestos especiales para que sostengan el gasto desbocado y el clientelismo. Toda la oligarquía peronista -integrada por señores feudales millonarios y «nenes bien» de izquierda- está basada en dádivas que se financian con el trabajo de los «chetos», gallinero donde conviven ciertos parásitos estúpidos de la alta sociedad con una mayoría de laburantes incansables y pujantes que heredaron de la inmigración su cultura del trabajo. Para estas voces kirchneristas, los unos y los otros son el mismo estiércol, porque «los de arriba» les lavaron el cerebro a «los de abajo». Pregonan incluso que la fragilidad del sistema sanitario y la descomunal pobreza del conurbano bonaerense tienen un único responsable: el neoliberalismo. Pero resulta que fue precisamente el peronismo el que gobernó allí 28 años ininterrumpidos, y el que creó esos suburbios de prebenda y esos pozos de miseria explosiva. Ahora los peronistas están aterrados con las consecuencias sanitarias y con las rebeliones violentas de un territorio que ellos moldearon a su gusto y criterio. Durante décadas, con una frivolidad indignante, confundieron a los militares profesionales y democráticos con los siniestros genocidas de Videla, y aprovecharon para desmantelar las Fuerzas Armadas y humillarlas; ahora que las papas queman, las llaman para que provean logística, alimentos y hasta seguridad en eventuales revueltas. Destruyeron al Ejército, mientras Chile y Brasil lo robustecían, y en este tenso preludio pretenden que sea el Séptimo de Caballería en un desierto donde las carretas están agujereadas, los víveres escasean, los rifles parecen oxidados y la gloriosa nación sioux se dispone a convertirnos en un moridero. Aquella película también la vi de pie cuando tenía ocho años.

Por: Jorge Fernández Díaz, LA NACION, 29 de marzo de 2020