Clase: ¿Qué se entiende por «Invierno Demográfico»?

Comencemos con una lectura:

Viene de, Lectura: «Gobernar es poblar»: De Alberdi, a Sarmiento, a Roca,… a Perón”, 12 de marzo de 2024, en este blog.

«El invierno demográfico: Japón como laboratorio«

EL PAÍS LLEVA MEDIO SIGLO DE CAÍDA EN SU TASA DE NATALIDAD.

«Hace un par de años se estrenó la película japonesa Plan 75, una distopía cuyo argumento era el siguiente: frente al drama de una cantidad creciente de personas viejas y aisladas que se volvían una carga para la sociedad, el Gobierno de Japón implementaba una política pública que consistía en la eutanasia voluntaria para todos los mayores de 75 años como una «solución» al invierno demográfico. En la trama, el plan del gobierno se presentaba como una solución luminosa: en lugar de ser una carga que agota los recursos, cualquier persona de 75 años podía ponerse en las manos protectoras y eficientes del Estado y escaparse sin dolor ni gastos. Habría planes según el poder adquisitivo del eutanasiado y atención personalizada para ir llevando el tema administrativo ordenadamente hasta el momento en el que el Estado asesinara al ciudadano en su propio beneficio. En la película subyace como factor motivador para la elección de la eutanasia la preocupación por no ser una carga y el miedo a una muerte solitaria. La película es desgarradora al describir la descomposición social y la tristeza que surge de un país sin juventud ni familias, donde las personas viven y mueren solas. La directora, Chie Hayakawa, describió a la película como «demasiado real para ser ciencia ficción».

Plan 75 acierta en pintar a una sociedad envejecida y aislada respecto de los vínculos. Japón lleva medio siglo de caída en su tasa de natalidad y con la consecuente destrucción de la familia como sistema nuclear de socialización. En 1974, la tasa de fertilidad cayó por debajo del umbral de 2,07 hijos, que es el que permite el relevo generacional. Desde entonces no ha parado su decadencia y la demografía se ha convertido en su sentencia. El número anual de recién nacidos fue un boom en la posguerra entre 1947 y 1949, y en de nuevo entre 1971 y 1974. Pero los tiempos cambiaron y hoy la situación es muy diferente.

Según una publicación reciente, en 2023 nacieron en Japón 758.631 bebés, número parecido al promedio francés, por ejemplo, pero con una población dos veces mayor. Japón tiene una población de 123 millones de habitantes, pero el porcentaje de ellos que es viejo es cada vez mayor y los trabajos reservados a los jóvenes están en riesgo. Por ejemplo, la edad promedio de quienes trabajan en la agricultura es de 67 años y la de los soldados es de 36. Son viejos los administrativos, los comerciantes, los políticos, los profesionales, los obreros y son viejos quienes atienden a los viejos. Los especialistas sostienen que el 2024 es «el año del shock» debido a que todas las industrias se enfrentan a una escasez de mano de obra.

Los matrimonios también disminuyeron. En 2023 se casaron 30.000 parejas menos que el año anterior y el número de muertes alcanzó la cifra récord de casi 1.600.000, por tercer año consecutivo. En 2024 el país enfrenta el decimoséptimo año consecutivo de disminución natural de la población y la mayor caída jamás registrada. Las cifras son alarmantes, las escuelas primarias y secundarias cierran de a decenas anualmente ejemplo de los millones de habitantes que pierde el país a pasos agigantados y que no logra reponer. En Niigata, los artistas contemporáneos Christian Boltanski y Jean Kalman crearon la obra emblemática The Last Classroom, una instalación que representa una escuela primaria abandonada poblada por «niños por nacer», donde las bombillas eléctricas parpadean como velas.

¿Por qué está disminuyendo la tasa de natalidad?, Japón parece un experimento acelerado del drama que registra casi todo el mundo. China y Corea del Sur también enfrentan una tasa de natalidad descendente y según las estadísticas los 15 países más ricos según su PIB tienen tasas de fertilidad por debajo de la tasa de reemplazo. Alemania e Italia sufrirán una caída del 70% en su tasa de natalidad en apenas tres generaciones. Según las estadísticas de Naciones Unidas, Banco Mundial, etc son mayoría los países que se alejan cada vez más de su tasa de reposición. De continuar la tendencia, para 2050 Hong Kong y Corea del Sur superarán a Japón con más del 40% de personas mayores de 65 años y España ocupará el quinto lugar con más de 36%. Pocos lugares, por ejemplo el África subsahariana, se salvan de la tendencia; pero en mayor o menor medida, la población de todos los países vive hasta edades avanzadas y está teniendo menos hijos. El envejecimiento demográfico es un fenómeno mundial.

El Jefe del gabinete nipón, Yoshimasa Hayashi, declaró recientemente que: «El período que transcurrirá aproximadamente durante los próximos seis años hasta la década de 2030, cuando la población más joven comenzará a disminuir rápidamente, será la última oportunidad de que podamos revertir la tendencia», y continuó Hayashi «no hay tiempo que perder«. La alarma está justificada, el único segmento de la población que aumenta, los mayores de 65 años, se benefician de la mayor atención por parte del gobierno, ocupado en resolver la financiación de su vejez y entonces, paradójicamente son los niños quienes terminan resultando «caros». La mitad de las personas solteras menores de 30 años en Japón no quiere o no se siente capaz de tener hijos. Los encuestados sostienen que el costo de la crianza de los hijos es una de las razones por las que no tenían interés en tener hijos, pero esos costos son consecuencias y no causas.

Un país sin niños ni familia no puede ni tiene la fuerza ni para producir ni para defenderse, no es una cuestión sentimental o moral, es política. Casi el 30% de la población tiene más de 65 años, y uno de cada diez tiene más de 80 años. En consecuencia, el porcentaje de población activa es menor al 59%, aún cuando el 13% sigue trabajando pasados los 65. Japón supo ser una de las primeras economías del mundo pero año a año se va estancando debido al problema demográfico que está a escasos años de ser irreversible para la sostenibilidad del sistema de seguridad social.

Existen numerosas propuestas relativas al aumento de la edad de jubilación pero esas políticas no solucionan la letal pirámide poblacional invertida que es la verdadera encrucijada. El primer ministro, Fumio Kishida, hizo recientemente declaraciones desesperadas frente a lo que llamó «la mayor crisis que enfrenta Japón». A fines de enero de 2024 el gobierno declaró que era fundamental para el país revertir la tendencia en los próximos media docena de años. El plazo es desesperado porque los pronósticos lo son.

¿Qué ocurre en el tejido social de un país sin familias y sin niños? En febrero de 2021, Japón debió crear un ministerio destinado exclusivamente a combatir la soledad y el aislamiento. La medida se explica por el clima de angustia y soledad que es un fenómeno social creciente. En Japón el número de personas aisladas y de suicidios es uno de los más elevados del mundo porque una de las consecuencias lógicas del invierno demográfico es un aumento de la soledad, hecho que determina también la despoblación del campo y de los pequeños pueblos ya que la gente mayor migra a las megaciudades, mucho más adaptadas a sus necesidades y prefieren vivir en torno a núcleos urbanos cada vez más concentrados.

Las condiciones de vida que surgen de esta concentración son igualmente deprimentes. El tamaño medio de las viviendas se reduce de forma permanente, al igual que el tamaño de envases de los productos de limpieza, los alimentos y hasta los servicios se reinventan para el consumo de personas solas. Bares, servicios de transporte, turismo y hotelería, todo se va adaptando para el uso de clientes sin pareja, amigos ni familia. Incluso el consumo suntuario se acopla a las necesidades y se convierten en placeres solitarios. Incluso el karaoke, típico divertimento de la sociedad nipona, actualmente se ha adaptado y más del 40% de las reservas son para una sola persona. Las nuevas compañías de karaokes individuales, reemplazan las amplias salas de antaño por salones individuales del tamaño de un baño donde el cliente puede cantar exclusivamente para sí mismo.

El número de hogares «familiares» está disminuyendo, pero el número de hogares unipersonales crece sin parar. Entre las personas mayores que viven solas en Japón, el 15% habla con una persona o menos cada quince días, mientras que alrededor del 30% siente que no tienen «personas confiables» a las que puedan recurrir. Estas tristísimas cifras surgen de la encuesta realizada por el Instituto Nacional de Investigación de Población y Seguridad Social de Japón, y describen el drama de la soledad que ha estado ganando el alma del país. La proliferación de mascotas parece ser un placebo redituable ya que es un mercado en auge, con millones de perros y gatos convertidos en «hijos» y «nietos» adoptivos que requieren su alimento especial, sus actividades, servicio de salud, cochecito de paseo, ropa y juguetes.

Pero los perritos y gatitos son apenas un parche, en cambio existe un debate social cada vez más creciente. Los japoneses lo llaman el «kodokushi«, y se refieren a la muerte solitaria en la propia casa que pueda pasar inadvertida durante tanto tiempo que implique la descomposición. La directora de la película Plan 75 contó que, mientras componía al personaje principal, descubrió que la mayoría de las personas mayores que entrevistó veían al Plan 75 con buenos ojos porque muchas temían el kodokushi, que resulta un escenario cada vez más común. La sola idea de la descomposición corporal, vergonzosa e indecorosa, hace que la perspectiva de una eutanasia limpia y ordenada resulte más seductora.

Los especialistas sostienen que son muy variadas las causas por las cuales, en Japón, los lazos sociales como el parentesco y los referidos a la integración y cohesión comunitaria se han debilitado de forma tan pronunciada, pero, como ocurre en Plan 75, frente a la muerte dicho debilitamiento se vuelve una tragedia conmovedora. El envejecimiento poblacional no es ninguna novedad, pero cuando lo vemos concentrado, acelerado, descompuesto en todas sus características, miserias y perspectivas resulta demoledor.

Resulta sencillo achacar las culpas a las condiciones económicas. La profesora de economía en la Universidad de Harvard, Claudia Goldin, ganó el Premio Nobel de Economía por estudiar «las brechas de género» pero a contramano de la narrativa falaz acerca de que las mujeres perciben menos dinero que los hombres por el mismo trabajo, fue hacia una explicación que es la base de una corriente mucho más corrosiva que un barato sofisma feminista. Sostuvo que hombres y mujeres tienen ahora niveles iguales de educación y que por lo tanto, el asunto de la desigualdad salarial quedaría zanjado. En cambio, la decisión de las mujeres de ser madres implica que no puedan aceptar trabajos que les impliquen una dedicación completa y exhaustiva y que renuncien, en consecuencia, a aspirar al tope de sus opciones laborales por «culpa» de la crianza de los niños. Sin embargo, en sus estudios Goldin describe momentos históricos de alta tasa de natalidad en los cuales las mujeres estaban muy integradas al ámbito laboral. Si bien el trabajo de Goldin desmonta el mito feminista de la opresión salarial, sostiene a su vez que la formación de una estructura social institucionalizada para una procreación responsable, esto es «casarse y tener hijitos» es una forma de sometimiento femenino, a los ojos de la laureada economista. No llama la atención, es más, es en los círculos más educados y pudientes es donde abunda cierta perspectiva «ecológica» y «anticonsumista» que sostiene que tener hijos es una irresponsabilidad social.

En consecuencia, la perspectiva económica, como se ve en el caso japonés que posee programas gubernamentales destinados a paliar económicamente el problema, es al menos parcial o está tergiversada. Existe una cuestión cultural que atraviesa la «mente común» de las sociedades que están decreciendo. Pero se trate de tradición, miedo, desconfianza, ideología, economía, hedonismo, aislamiento o cualquier otro diagnóstico o culpa que se quiera enarbolar, la cosa es que es una tendencia en progreso. Un mundo sin niños alrededor de los cuales se organice un sistema de vínculos protectores, eso que habitualmente llamamos «familia», se muere. Esto no es una defensa ética o política de «la familia» o de la «procreación» por cuestiones ideológicas. Es sólo una demostración de lo que ocurre culturalmente por negativizar dichos conceptos y por alejarlos del aspiracional. Es matemática, es biología. Es analizar el virus en el laboratorio, con Japón como el paciente cero«. Por Karina Mariani, marzo 10, 2024. En gaceta.es.

Ahora bien.

¿Qué puede llegar a pasar si sigue esta tendencia?

Los 15 países más grandes del mundo en términos de PIB todos tienen una tasa de fertilidad inferior a 2,1 hijos por mujer: en el largo plazo, la población, si no es por la inmigración, cae. La crisis demográfica que se avecina y que se comenzará a sentir con fuerza en la próxima década tendrá un impacto económico y social muy significativo en todo el mundo.

Por Hugo R. Manfredi

Nota periodística.

«La caída de la natalidad en el país. Nacen 260.000 bebés menos por año que hace una década: las causas de la tendencia».

Así surge de un relevamiento de la Universidad Austral en base al Censo de 2022; en 2001, se estimaba que había 2,1 hijos por mujer, mientras que hace dos años el número cayó a 1,4; el retraso de la edad de maternidad y los limitantes económicos, algunas de las razones.

25 de mayo de 2024

Por Evangelina Himitian LA NACION

La disminución en la natalidad es parte de una tendencia mundial, pero en le país se aceleró desde 2005
La disminución en la natalidad es parte de una tendencia mundial, pero en le país se aceleró desde 2005GETTY.

La foto es clara: el cambio de la población argentina durante los últimos 20 años plantea grandes desafíos. Uno de los cambios más visibles es la baja de la tasa de la natalidad, por debajo de los niveles de la de reemplazo. Mientras que en 2001 se estimaban 2,1 hijos por mujer, el último censo, realizado en 2022, determinó que esa variable se retrotrajera a 1,4 hijos. Y el otro dato es el alargamiento de la esperanza de vida. Hace treinta años había 29 personas de 65 años o más por cada 100 personas de 0 a 14 años. Hoy hay 53 o más por cada 100. Esto plantea un escenario en el que, en los próximos años, se invertirá la pirámide poblacional: habrá más adultos mayores que niños. Así surge de un informe reciente que presentó el Observatorio del Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral (UA), en base a los datos del último censo y las Estadísticas Vitales del Ministerio de Salud de la Nación y distintos relevamientos sobre la percepción social de la maternidad.

Los números hablan de una gran caída de la tasa de fecundidad que achica la base de la pirámide. A la vez, apunta a que la maternidad y el deseo de tener hijos llega a edades más avanzadas, y alcanza a menos cantidad de mujeres, por muchos factores. Mientras que la esperanza de vida y la vida productiva se extienden y transforman, así, el significado de ser adulto mayor.

Natalidad 2005-2022

Natalidad 2005-2022

Fuente: Ministerio de Salud, Dirección de Estadísticas e Información de la Salud / LA NACION

¿Qué significa que nazcan menos niños?

Esta baja en la natalidad supone que en los próximos años la Argentina atravesará un bono demográfico y tendría la oportunidad de que sus números macro mejoren. Al disminuir la cantidad de niños que habrá en la población, bajará la tasa de dependencia: temporariamente habrá más personas en edad activa. Y sin hacer mucho, la situación económica del país debería mejorar. Pero el bono es temporal, advierten, si no se invierte puede volverse en contra: en unos años, esos niños de la generación que decrece serán adultos dependientes: habrá menos personas activas que deberán sostener a los que se retiraron del mercado laboral y a los que todavía no ingresaron. Si no se consigue que los activos sean tres veces más productivos que hoy, la situación será complicada.

No todos los especialistas son optimistas respecto del bono. También hay expertos que consideran que el desafío ahora es fomentar la natalidad, y revertir esta baja. “En materia de natalidad, es crítico que tengamos una tasa de natalidad de 1,4. Para que un país sea sano poblacionalmente debería tener al menos dos hijos, que es la tasa de reemplazo. La disminución es parte de una tendencia mundial pero en le país se aceleró desde 2005. Esto, acompañado al aumento en la esperanza de vida, significa que la pirámide se está invirtiendo. Esto es multicausal. Entre ellas, hay de fondo un problema generacional: la dificultad para encontrar el momento de la vida para tener hijos, que queda desfasado de la edad de la ventana reproductiva”, explica Lorena Bolzon, decana del Instituto de Ciencias para la Familia de la UA y autora, junto a María Dolores Dimier de Vicente, del trabajo sobre la familia argentina. “Las actuales tasas de fecundidad, la menor cantidad de hijos en el hogar y la pérdida de vidas con el aborto alertan sobre los graves problemas de recambio poblacional a los que se enfrentará la Argentina en muy pocos años”, dice el informe.

Edad promedio de la maternidad

Período 1994-2022

Edad promedio de la maternidad

Fuente: Ministerio de Salud, Dirección de Estadísticas e Información de la Salud / LA NACION

Causas

¿Cuáles son las razones por las que cada vez nacen menos niños?:

  • Hay 260.000 nacimientos menos al año. La caída en la cantidad de nuevos nacimientos en la última década es enorme: en 2005, se producían a nivel país unos 710.000 al año. El número subió a 750.000 en 2014 pero cayó en picada los años siguientes: en 2022 nacieron 490.000 niños y niñas, según el informe de la UA que cita el Reporte interactivo de Estadísticas del Ministerio de Salud. También disminuyó la cantidad de familias numerosas: en 2001, había 1.533.421 mujeres con más de cinco hijos. En 2022, fueron 608.617.
  • Menos hijos por mujer. En apenas dos décadas bajó un tercio la cantidad de hijos por cada mujer. Según el Censo de 2022, la tasa de fecundidad en la Argentina ha disminuido significativamente, pasando de 2,1 hijos por mujer en 2001 a 1,4 en 2022.
  • Se retrasa la edad de la maternidad. Esto significa lograr menos embarazos. La mayor cantidad de nacimientos ocurridos desde 2021 a hoy fueron de mujeres de entre 25 y 29 años, seguidas por otras en el rango de los 30 a los 34 años. Hace una década la mayoría de los nacimientos ocurrían de mujeres de entre 20 y 24 años, seguidas por aquellas que tenía entre 25 a 29 años. “Hoy la edad ideal percibida para tener hijos ronda los 29 años. Sin embargo, el 37% acuerda que no hay una edad específica que sea la mejor para tener hijos. Mientras que un 77% ve muy favorable que una madre tenga hijos después de los cuarenta”, detalla el informe.
  • Maternidad pos-30: más tratamientos y menos chances de embarazo. El incremento en la edad de la maternidad va hacia un promedio de los 30 años para la búsqueda del primer embarazo, se indica en el informe. “Esto prevé un futuro cada vez más proclive al uso de procedimientos médico-científicos para alcanzar la reproducción, con tasas de éxito inferiores al 50%”, se lee en el trabajo. “A pesar de los cambios sociales y médicos, la ventana reproductiva de la mujer sigue concentrada de los 20 a los 30 años. Así una mujer que intente quedar embarazada a los 30 años tendrá una posibilidad de aproximadamente del 22% de lograrlo, mientras que una mujer de 42, solo tendrá un 6% de probabilidades”, apunta el informe de la UA.
  • Menos adopciones. “El descenso en la cantidad de hijos en el hogar, también se refleja en la baja de las tasas de adopción. Así hemos pasado de 546 inscripciones de adopciones en el Registro Civil porteño en 1994, a tan solo 184 en 2022″, detalla el informe.
  • Embarazos adolescentes. La maternidad en menores de 19 años va en claro descenso en los últimos 10 años, señala el informe. El gráfico muestra una reducción de más del 40%. En 1994, y también en 2014 esa era la franja de edad en la que más mujeres tenían hijos. Hoy son la tercera (el 13,7% del total de los nacimientos).
  • Acceso a métodos anticonceptivos y el aborto. Entre de las razones que explican por qué nacen menos niños es el mayor acceso de toda la población a métodos anticonceptivos y la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo, entre otras cuestiones. Según los datos que aporta el informe, en base a números que atribuye al Ministerio de Salud, desde la entrada en vigor de la ley, se habrían realizado unos 96.664 abortos en 2022, en todo el país.
  • Ser madre no es un objetivo para las mujeres jóvenes. “Para el 40% de las encuestadas (se cita un relevamiento de la consultora Voices de 2023) tener hijos es importante, pero no esencial, en tanto no es una opción o deseo importante para el 20% de las jóvenes. De hecho, 5 de cada 10 mujeres jóvenes (18 a 24 años) no muestran intención futura de convertirse en madres”, indica el informe. “El deseo de tener hijos aumenta ligeramente en las mujeres de nivel socioeconómico bajo (20%), mientras que disminuye en el nivel medio (14%) y, sobre todo, en el alto (8%)”, se señala.
  • Menos hogares de estructura conyugal. El número de matrimonios cae y baja más aun con el aumento de divorcios. Esto se traduce en un incremento de hogares monoparentales o monomarentales, como se llama a los que tienen jefatura femenina, que son el 80%.
  • Menos hogares de estructura conyugal. El número de matrimonios cae y baja más aun con el aumento de divorcios. Esto se traduce en un incremento de hogares monoparentales o monomarentales, como se llama a los que tienen jefatura femenina, que son el 80%.
  • Dificultad para formar pareja con la que proyectar. “Hay un problema que es de carácter vincular: el aumento de las personas solas y que aunque quisieran no logran formar una pareja con la que proyectar tener hijos”, apunta el trabajo. “Cada vez son más las mujeres que deciden congelar sus óvulos. Históricamente la principal causa era el desarrollo profesional, hoy, las encuestas indican que el 78% de las mujeres lo hace por falta de una pareja. Algunos expertos, también indican que “no hay hombres que quieran tener hijos”, dice el informe.
  • La llegada de los hijos, una interrupción de la carrera profesional. “Las empresas argentinas llevan la delantera en ofrecer a sus empleadas la posibilidad de congelar sus óvulos, en América Latina”, indica el informe. “El problema es la dificultad de encontrar un momento en la vida para tener hijos sin que eso signifique poner en pausa la carrera laboral o profesional”, señala Bolzon.
    Entre otras razones que se señalan otros especialistas está que las parejas tiene menos encuentros sexuales y eso incide en la tasa de la natalidad. “También es una realidad que por razones económicas las personas o familias limitan la cantidad de hijos que tienen, aunque quisieran tener más”, agrega Bolzon.

Milei y la baja de la natalidad

Ahora, ¿más nacimientos significa más desarrollo o es que menos nacimientos mejora la condición económica de una población? En su discurso, el presidente Javier Milei, en la presentación de su libro en el Luna Park, hizo referencia a un argumento que atribuye al progresismo: la agenda 2030 (se refiere a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, impulsados por la Organización de las Naciones Unidas para 2030) y la legalización del aborto. Esas ideas, indicó el Presidente, se sostienen en la creencia de que menos nacimientos generarían mayor bienestar económico, al incrementar directamente el ingreso per cápita. “¿Cómo se le ocurrió regular a Malthus eso? Con el control de la natalidad, cuya versión actual son los aborteros. Lo que está inspirando la agenda asesina de hoy, es el Club de Roma, que sugería impulsar la agenda del aborto, por un par de salames que hicieron mal las cuentas”, dijo vehemente durante su alocución.

Según Milei, “hacer mal las cuentas” significa que en realidad, más nacimientos no mejorarían el bienestar general de la economía y de la sociedad, sino al contrario. Al finalizar su exposición agregó: “Esto lo dice Elon Musk. Lo hablamos en la primera reunión y uno de los temas que vamos a trabajar es el de la población. El crecimiento de la población y el tamaño de la población genera bienestar. ¿Por qué? Porque en realidad cuando empieza a crecer la población les empiezan a aparecer problemas que antes no tenían. Eso se manifiesta en un cambio de precios relativos y deriva en progreso tecnológico. Es decir, que aparece el progreso tecnológico, impulsado por la demanda. Y por otro lado, las chances de que vos tengas a Mozart en una población de diez personas es mucho menor que si tuvieras una población de un millón. Por lo tanto, eso también demuestra que se dejen de joder con la agenda 2030 y todas esas cosas que lo único que hacen es reventar la población”, dijo ante una multitud que lo vivaba cuando se ponía eufórico.

¿Esto es realmente así? ¿Cuál será el impacto de la baja de la natalidad a largo plazo? ¿Los gobiernos deberían impulsar políticas para fomentar el nacimiento de más niños?

¿Qué hicieron otros países para revertirlo?

“Los países que lograron revertir el fin del bono demográfico implementaron tres tipos de políticas. Primero, incentivaron que todas las familias que quisieran tener más niños, pudieran tenerlos. En la Argentina estamos haciendo exactamente lo opuesto porque penalizamos a las familias que tienen niños, ya que tienen mayores probabilidades de encontrarse en una situación de pobreza. Esto es, obviamente, por los costos que trae aparejado tener niños y niñas, no solo en dividir el ingreso entre más personas, sino además por el tiempo de cuidado y crianza”, apunta Gala Díaz Langou, directora ejecutiva del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec).

“Lo segundo que hicieron es asegurarse que todas las personas que estén en edad de trabajar sean económicamente activas. En la Argentina tenemos una tasa de inactividad laboral bastante grande y eso es sobre todo mujeres que están a cargo de tareas de cuidado. Lo tercero es aumentar las tasas de productividad, porque si los adultos que dentro de 20 años son el triple de productivos de lo que somos nosotros ahora, el fin del bono demográfico no sería un problema. Esto implica, invertir en dos cuestiones. Una es la primera infancia, que es donde más capacidades se generan. En la Argentina estamos concentrando la pobreza en la primera infancia y en la adolescencia. Lo segundo es incorporar la tecnología como un vector también para incrementar la productividad”, explica.

No se trata tanto de la cuestión demográfica, explica Díaz Langou, sino también de qué hacemos al respecto. “Un punto central para entender es el nivel de convergencia que hay en los padrones demográficos de los estratos socioeconómicos. Es decir, cuántos niños y niñas nacen en las familias más pobres, cuántos niños y niñas nacen en las familias más ricas. En la Argentina tenemos una enorme divergencia según clases. Las familias con niños y niñas están sobrerepresentadas en el 20% más pobre, mientras que el 20% más rico son sobre todo hogares unipersonales de personas adultas mayores y parejas sin niños. Entonces, estamos distribuyendo el bienestar de una manera no estratégica o poco estratégica para nuestro futuro”, dice. “En la Argentina estaban ocurriendo muchos embarazos no intencionales. La otra cara de la moneda es que tenemos un montón de familias que les gustaría tener más hijos, que quizás les encantaría tener un hijo más, pero que no les da el bolsillo. Entonces, concentrémonos en dar las mejores condiciones a las familias para que aquellas que así lo desean puedan tener más hijos”, apunta.

Por Evangelina Himitian